Al hombre ordinario, lo vemos educado en un sistema de creencias ya establecidas para su tiempo histórico. De su aceptación o rebeldía a algunas de ellas dependerá su posición en el mundo, pero siempre estas aceptaciones o rebeldías serán de orden periférico: como modalidades dentro de la posición impuesta por el sistema en que vive. Tendrá un margen reducido para adquirir nuevas creencias, y esta adquisición, en general, la logrará por medio de la crisis.
Vale decir, el cambio de creencias lo provoca la intervención de un sistema mayor dentro de un sistema menor en el cual se mueve el individuo.
Un nuevo descubrimiento científico, por ejemplo provoca una crisis y el individuo pierde el apoyo de una creencia que ya no le sirve como apoyo, pues con la antigua no puede sobrepasar la crisis anterior, viéndose obligado a buscar una creencia nueva.
Nuestra época se caracteriza por una crisis general de valores, los vocablos “dignidad”, “honor”, “ley”, “éxito”, y así siguiendo se mantienen iguales; pero los fenómenos que provocan la actitud de “dignidad”, “honor”, “ley”, “éxito”, etc. ya no son los mismos de antes. De cierta manera podríamos decir que han cambiado de significación para el hombre.
Indudablemente, el mundo circundante en movimiento (algunos hablan de desarrollo) siempre provocará este cambio en la percepción del hombre. Lo que nosotros hemos querido enfatizar es la crisis general de valores que cada cierto tiempo aparece en la humanidad al derrumbe de cada civilización.
En estas épocas, se renuevan los hábitos sedimentados en el hombre y dentro de él hay campo fértil para que nuevas creencias puedan crecer. Y es porque en tales épocas los fenómenos circundantes se diferencian netamente de los anteriores. Lo viejo comienza a saturarse, a no servir como instrumento.
Algunos de los fenómenos que provocan el nuevo significado de las palabras ya se han presentado y las palabras “comida”, “dinero”, “amor”, “lujo”, “velocidad”, y tantas otras que se presentan ya al hombre común con otros rostros diferentes del antiguo. Y el hombre común periféricamente cambia, manteniendo igual nivel de comprensión que antes.
Pero el que adopta un punto de vista global y estudia el peculiar desarrollo de la época, sabe que aún faltan por aparecer los fenómenos que transformarán el antiguo gesto de la palabra paz, religión, conciencia, supervivencia, esperanza u otras de idéntica tónica.
Nosotros, bien sabemos que esos fenómenos están en vías de aparecer, precisamente como necesidad de sobrevivir la crisis histórica que comienza.
Los hechos por aparecer deberán provocar cambios en la Fe y en la conciencia del individuo.