Aún hoy, cuando buscas a los culpables de tus desgracias, te sumas a la larga cadena de la superstición. Reflexiona, por tanto, antes de levantar tu dedo, porque tal vez el accidente o, en otros casos, la proyección de tus contradicciones, provocaron los tristes desenlaces.
Que tus hijos se orienten en dirección opuesta a tus designios, tiene que ver más contigo que con tu vecino y, por cierto, que con un terremoto acontecido en otra latitud del mundo.
Así es que, si tu influencia llega a un pueblo, cuida muy bien de sobrepasar tu contradicción, a fin de no envenenar con ella el aire que todos los demás respiren. Tú serás responsable por ti y por aquellos que reúnas a tu alrededor.
Por todo ésto, si tu misión consiste en humanizar la tierra, fortalece tus manos de noble labrador.
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