miércoles, 29 de diciembre de 2010

Actuamos según motivaciones, intereses y aspiraciones


... las motivaciones vienen más bien de atrás, del pasado; las aspiraciones son aquellas cosas que desearía que fueran, aunque quizás no haga mucho al respecto. Los intereses tienen que ver más con las conductas, y ellas denotan la dirección mental.

Si uno quiere transformar esa dirección debe conocerla.

Transformar puede ser reforzar alguna cosa y dejar otras que no interesan.

Ahora, yo direcciono mi vida y el otro me jode. Cuando me soy fiel a mi mismo, si el otro no cumple el acuerdo no me traiciona, en todo caso me libera del acuerdo.

No hay lugar al resentimiento. Yo avanzo y el otro se queda. Lo que haga es su problema, yo avanzo y si puedo le doy una mano.

Serse fiel, vencer los temores, las resistencias, aumentar la felicidad en uno y en los demás son obsesiones que se resuelven en una: Ser feliz, útil y libre. Aprender.

Puede ser que uno se sienta fracasado, que se sienta sumergido en la chatura, que todo se lo hacen a uno. En realidad el fracaso es por no poder “volar" por encima y empiezan las justificaciones.

Reconocer el fracaso en el corazón no es grave, es decir: bueno, sincerémonos, éstas son mis falsas esperanzas, éstos son mis temores, en fin, cosas terrenales. Afirmación, seguridad, errores de cálculo.

Nuestra pretensión es superar el dolor y el sufrimiento en uno mismo y en los demás.

Cuando no atiendo compenso y cuando atiendo direcciono, compenso con lo que voy a hacer la semana que viene o con que el maná cae del cielo, direcciono trabajando de acuerdo a un calendario con un mínimo de corrimiento.

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