domingo, 20 de febrero de 2011

1975 / Sobre la búsqueda del objeto


Creo que nuestro gran problema es que todos buscamos objetos, y que algunos pueden no buscar objetos, pero pueden buscarse completarse internamente. Esa búsqueda también trae contradicciones, hay quien se considera incompleto internamente, entonces hace fuerza por integrarse internamente, por ser completo en sí mismo. Si alguien busca objetos afuera, o sea que busque completarse internamente, de los dos modos sufre contradicción.

En general los buscadores de las cosas espirituales o la conciencia mística o buscan a Dios o buscan estar completos, iluminados. El Buda planteó ese mismo problema y explicó que para lograr la iluminación no había que buscar la iluminación; pero entonces ¿cómo uno va a lograr una cosa si no la busca?. Es que nosotros no buscamos lograr una cosa, nosotros no planteamos esto en sentido posesivo, nosotros no decimos que haya que tomar algo para integrarlo, que haya que tomar objetos para tenerlos; nosotros decimos otra cosa: hay que suprimir la contradicción, suprimir el sufrimiento.

Nosotros definimos nuestro Trabajo no como de mano llena, sino como de mano vacía. Ustedes saben cómo se cazan algunos monos: se coloca arroz en un tronco de un árbol con un orificio pequeño, entonces el mono mete la mano en el agujero, toma el arroz y entonces no puede sacar la mano, él ve que lo van a cazar, pero no quiere soltar lo que tiene en la mano. El mono sufre una gran contradicción.

Nosotros decimos de soltar las búsquedas internas. Nosotros no nos rendimos ante el dolor, a nosotros nos preocupa salir de la contradicción, entonces esa preocupación no está en adquirir cosas, sino en dejar mentalmente cosas. Tu puedes tener cosas en la vida cotidiana, pero tú no estás buscando llenarte de cosas. A ti te pueden interesar mucho los fenómenos superiores de conciencia, pero si tú buscas esos fenómenos de conciencia, te creas mucho dolor interno. Parece que se lograran cosas haciendo el vacío y no llenándolo. Tú lograrás más atención cuando trates de lograr un vacío de tu mente y no cuando la contemplas sobre un objeto, así sucede con muchos fenómenos.

En general nosotros estamos habituados y educados a lo opuesto, estamos acostumbrados a tomar, no sólo objetos sino personas. Nosotros queremos tomar los sentimientos de las personas, queremos ser queridos, nosotros queremos ser reconocidos, queremos ser amados. La misma forma nuestra de amar es una forma posesiva. Nosotros amamos con violencia, no se nos ocurre cómo podríamos amar sin cierta violencia, pero para todo hay formas.

Está bien que nosotros conozcamos cosas, que nos informemos acerca de cosas, uno puede informarse de muchas cosas, pero no pueden imponerse creencias de que nuestra información soluciona los problemas, en general la gente de formación intelectual cree que el acumular datos soluciona sus problemas internos, en realidad soluciona muchos problemas de la vida diaria, es gracias a la experiencia social acumulada, es gracias a que la gente que ha ido trabajando con datos, con técnicas, que la humanidad ha ido removiendo muchos problemas, nosotros no podríamos estar hablando acá, si muchas generaciones no se hubieran esforzado en elaborar un lenguaje, elaborar por último la ropa que usamos.

De ninguna manera descalificamos el esfuerzo humano por solucionar los problemas inmediatos. Nosotros estamos diciendo simplemente que el Trabajo Interno puede no ser similar al trabajo que se hace en la naturaleza, en el sentido que nosotros estamos acostumbrados a la lucha con la naturaleza, con las leyes naturales, y está bien, así se mueve la humanidad.

Pero puede ser que esa forma no sea adecuada para el Trabajo Interno; entonces nosotros distinguimos muy bien en todo el trabajo que se hace en la naturaleza, en la vida diaria, y la actitud mental que se tiene sobre las propias contradicciones. Si la naturaleza nos impone lucha y todo ese fenómeno de alteración, tal vez la compensación de todo eso deba buscarse en la quietud interna.

Nosotros somos muy amigos de generalizar y de creer que las leyes son iguales para todos los fenómenos universales, pero tienen distintos planos de aplicación, en el plano de lo interno, no parece válido el sentimiento de posesión, en la lucha con la naturaleza parece imprescindible la posesión.

Lógicamente que el sentimiento de posesión, puede tener un carácter más social que individual, a medida que las sociedades avanzan el sentimiento se va haciendo más social que individual, pero en materia de Trabajo Interno no vemos este progreso, no vemos esta evolución. Nosotros con nuestra conciencia individual, con nuestro yo individual, filtramos todos los datos que vienen del mundo, o interpretamos al mundo según ese filtro, y las cosas pueden ser muy diferentes a las que filtra nuestro yo.

Hay algunos que han llegado más lejos todavía y han creído que su yo debe ser inmortal, imagínense ustedes que aburrido puede ser vivir varios millones de años con ese mismo yo, con ese yo individual, si para colmo es un yo en contradicción y sufrimiento.

Cuando ustedes por algún accidente han experimentado una alegría muy grande -súbita- o han experimentado una comprensión muy grande, también de las cosas esos fenómenos súbitos de gran emoción o de gran comprensión, observen ustedes que en esos casos no han pensado en su yo, da la impresión que hubiera sucedido otra cosa, que el yo hubiera desaparecido. Ustedes no se han dicho en ese momento: ¡qué me esta pasando!. Ustedes más bien han contemplado y han sentido esa experiencia y cuando ustedes se han puesto a pensar qué es lo que les está pasando, tal fenómeno ha desaparecido.

No sabe si el fenómeno desaparece porque aparece el yo, o a la inversa, lo cierto es que este fenómeno es incompatible con el yo sicológico. Ustedes sin embargo pueden decir que han tenido esa experiencia, pero saben que esa experiencia no es la misma que tienen con el yo sicológico. Esa experiencia no es posesiva, esa experiencia es muy amplia, como universal, esa experiencia ni siquiera la atribuyen a ustedes y tiene la emoción que esa experiencia debería estar comunicada a toda la humanidad, cuando ustedes realmente la han sentido.

Estamos hablando entonces de un fenómeno notable para la conciencia humana, en donde el yo posesivo no aparece, en donde no aparece la búsqueda y algo se produce, y cuando queremos producirla no funciona, tampoco se logra por eso de buscarlo.

Si nosotros buscamos sentirnos bien, es probable que no lo logremos, si en cambio nosotros, esta tensión emotiva que tenemos por estar juntas varias personas, tratamos de disiparla internamente, de relajarla, de aflojarla, en realidad no estamos tratando de adquirir cosas, en realidad no estamos pensando en sentirnos bien, estamos pensando simplemente soltar las tensiones emotivas y si podemos trabajar con la mano vacía; Nosotros no buscamos sentirnos bien, nosotros buscamos aflojar esta tensión, entonces nos sentimos bien por añadidura. Ese es el sentido del Trabajo, y no es un renunciamiento ni es un sacrificio, ni es una autoeliminación. ¿Entienden aproximadamente la idea?.

No mucho más, salvo el gusto de haber estado con ustedes.

sábado, 19 de febrero de 2011

1981 - ¿Para qué cosa sirve y es necesario cambiar la dirección de la propia vida?


Para lograr la reconciliación, la paz y la alegría de vivir. Uno se debe reconciliar con su propio pasado y con su medio inmediato. Y si no se hace ésto, la vida no cambiará. Aquí surje un problema como ya nos ocurrió en otro acto público en Europa. En esa ocasión se me acercó una señora y dijo:

- Cómo me pide que me reconcilie con una persona que arruinó mi vida?. He pasado treinta años recordando aquello y qué sentido tendría ahora reconciliarme?.

Entonces le pregunté: -- Cómo han sido para Ud. estos treinta años de resentimiento?.

- Tristes y terribles-, me respondió.

- Entonces, prefiere vivir otros treinta años así, o cambiar de dirección?.

Hay dos condiciones para hacer un cambio positivo en la vida: trabajar para superar el sufrimiento en los otros y reconciliarse consigo mismo y con el medio inmediato. Estas dos ideas básicas pueden transformar el medio en cuanto se lleven a la práctica organizadamente.

Hoy nosotros decimos: deja por primera vez de buscar culpables. Ojalá se pueda declarar que no hay culpables y se establezca para todo ser humano la responsabilidad de reconciliarse con su propio pasado.

Esto empezará aquí y ahora, en tí y en mí, y seremos responsables de que esto continúe con aquellos que nos rodean, hasta llegar al último rincón de la Tierra.

Si la dirección de tu vida no ha cambiado todavía necesitas hacerlo, pero si ya cambió necesitas fortalecerla.

Para que todo esto sea posible, acompáñame en un acto libre, valiente y profundo que sea además un compromiso:

Pongámonos en pié y frente a nuestro futuro, preguntemos:

Es necesario para mí y para otros que cambie la dirección de mi vida? Entonces, en silencio, escuchemos la respuesta de nuestra voz interna...

Es necesario para mí y para otros que cambie o se fortalezca la dirección de mi vida?

Quiero cambiar o fortalecer la dirección de mi vida?.

Tengo fe en que cambiará o se fortalecerá la dirección de mi vida?.

Entonces, que brote en mi la fuerza y la luz de mi vida.

Hoy y no mañana busca la reconciliación. Saluda a tu padre y a tu madre, a tu marido o tu mujer, a tu hijo, a tu amigo y tu enemigo, y díles con el corazón abierto: "Algo grande y nuevo ha pasado hoy en mi", y explícales lo que pasó a fín de que ellos también puedan llevar este mensaje.

domingo, 13 de febrero de 2011

Estamos al final de un oscuro período de la historia


Los que no somos escuchados seguimos trabajando...

Estamos al final de un obscuro período histórico y ya nada será igual que antes. Poco a poco comenzará a clarear el alba de un nuevo día; las culturas empezarán a entenderse; los pueblos experimentarán un ansia creciente de progreso para todos entendiendo que el progreso de unos pocos termina en progreso de nadie. Si, habrá paz y por necesidad se comprenderá que se comienza a perfilar una nación humana universal.

Entre tanto, los que no somos escuchados trabajaremos a partir de hoy en todas partes del mundo para presionar a los que deciden, para difundir los ideales de paz en base a la metodología de la no- violencia, para preparar el camino de los nuevos tiempos.

Fragmento de: Palabras de Silo con motivo de la primera celebración anual de "El Mensaje de Silo"

1989 - SOMOS MAS INTELIGENTES COMO CONJUNTO


Nosotros vemos esta forma de movernos también como un proceso de inteligencia sumada de personas. Personas que entienden, personas que no entienden, personas que intuyen, personas que confunden, personas que proyectan, personas a las que le salen las cosas bien, a otras mal, bueno, todo eso. Y claro, a medida que vamos, que vamos procesando, notamos (n.s.e.) …observable para los que tenga cierta antigüedad, que a medida que va pasando el tiempo, como conjunto, somos capaces de establecer cada vez más relaciones y más coherentes, es decir, antes si teníamos una sola cosa, 10 tipos estaban en la misma cosa. Hoy podemos hacer 10 cosas simultáneas. Unos en una, otros en otra y otros en la otra de más allá. Y todo empieza a funcionar, aplicando actividad y trabajo a distintas cosas. Ese es un sistema de relaciones más complejas. Y si tuviéramos en marcha 100 organismos, ¡uy!, nos volamos… Porque abría que atender a montones de relaciones, además deberían ser coherentes. Porque yo conozco el caso también de un señor que es capaz de hacer una enorme cantidad de relaciones incoherentes, un loco (risas).

Podríamos establecer una cantidad cada vez más grande de relaciones incoherentes, cada vez seríamos más locos. La capacidad de establecer relaciones incoherentes, si este número se multiplica, la inteligencia crece. Nuestra inteligencia conjunta está creciendo, porque la cantidad de relaciones coherentes que somos capaces de establecer, aumenta. Estamos más inteligentes como conjunto.

martes, 8 de febrero de 2011

1998 - ¿Y por qué los “educandos” no van a poder conocer las limitaciones que ofrece el sistema?


Acerca de la educación.

- Es una idea muy interesante eso de armar una corriente de educadores humanistas. Para nosotros salud y educación son los temas fundamentales.

- Tendría que ser para revisar los temas fundamentales. Los profesores tienen que animarse a cuestionarse ciertos temas que no se tocan. No a la discusión de lo secundario, es la discusión de lo central. No es aquello de que “de la discusión sale la luz”, eso es una sumatoria de inconsistencias, tiene que ser referencial.

- Tiene que haber una propuesta y para eso tiene que haber un armado ideológico previo. Lo interesante seria discutir sobre una propuesta, y que esa propuesta vaya a los puntos neurálgicos.

- En la educación se habla mucho de los educadores y de los educandos, en eso de “educando” hay todo un concepto del alumno como conciencia pasiva.

- ¿Y por qué los “educandos” no van a poder conocer las limitaciones que ofrece el sistema?; para muchos la participación consiste en que los alumnos asimilen lo que se les da. Un profesor puede perfectamente explicar los problemas y los “educandos” enterarse de como están las cosas.

-Si no se explica a los alumnos cuales son los problemas reales, entonces la participación es barniz. Tienen que saber cual es lío y saber a que educación se esta aspirando. Si se tiene la visión del “educando” como ser pasivo, ya parte rara la cosa. La comprensión de los problemas por parte de alumnos y padres, ese es el tema, si no, ni siquiera podrán pechar por lo que se necesita. Y si no, los profesores seguirán siendo los fusibles del sistema, el jamón del sándwich.

- Claro, tendrás que ver como será la táctica para presentar la cosa y hacerlo con tino, y si es educación privada el lío es mayor. Si no lo piensas bien te estarán echando a los dos minutos; hay un problema de táctica para que puedas ser operativo. O sea, el primer paso es armar la propuesta y el segundo paso es armar la táctica de presentación. Eso te va a permitir llegar a la gente que quieres; si lo presentas brutalmente, vas a tener el rebote inmediatamente y asustar al que te podría haber seguido; si sales con la simple contestación, te darás el gusto, pero no avanzaras ni un milímetro. Si quieres cosechar voluntades tienes que tener tiempo para eso. Eso es un problema de táctica política de como vas a presentar tu propuesta. Acá la cosa es crear una corriente y no la armaras si lo presentas muy radical. Si el objetivo es crear una corriente, no puedes hacer cosas que te lo impidan.

1969 - La parte buena


“Todo lo que nos parece feo y adverso tiene también su parte buena. Esa es la que hay que buscar olvidando la otra parte. Al enemigo no solo hay que perdonarlo sino buscar su parte buena y esforzarse por mostrarle nuestra parte buena...”.

1998 - La soltura interna, sicológica


... se logra aprendiendo a circular por los tiempos de conciencia sin cargas, sin pesos ni zonas oscuras, es decir con libertad y sin sufrimiento y, también, con el dialogo a cierto nivel con otros que puedan ayudar a despejar problemas e ir aprendiendo respecto a aciertos y errores. No hay que temerle a los cientos de errores que se pueden cometer porque son errores pequeños y, si están en buena dirección, son “inversión de aprendizaje”. Ojalá uno pudiera cometer un error tremendo y aprender de golpe, pero, en general, se cometen errores pequeños, subsanables. El punto esta en la carga mental que se le ponga a todo, en donde se oscila entre el dramatismo gravísimo a la sin importancia cínica.

1988 - Es importante comprender los mecanismos de la fascinación que producen la pérdida del centro de gravedad


Uno puede fascinarse por poca cosa, por una hormiga, una piedra, y mucho más por las personas, equivocándose y produciendo sufrimiento.

Así llegamos a ver que el problema es que el ser humano sufre por pequeñeces, no por grandes acciones y se frena todo. Además, al no poder sustentarse ese sufrimiento por nimiedades, mecánicamente se inventan “grandes problemas”, “enormes sacrificios”, “traumas dramáticos”, “tremendos inconvenientes”, etc. Todo inconsistente. No es poca cosa el poder superar las fascinaciones y ver claro. Este sufrimiento por pequeñeces confunde mucho a la gente a la hora de hacer lo que realmente quiere y realmente se frustra.

Uno ha de aclararse respecto de lo que realmente quiere y hacerlo coherentemente, sólo hay una condición, no perjudicar a nadie. Por eso distinguimos entre un sufrimiento padecido por las contradicciones internas y aquel provocado por quienes siguen los valores del sistema y quieren hacer sus caprichos a toda costa, sin tener en cuenta a los demás, sufriendo y haciendo sufrir por eso. A escala social los trepadores del sistema hacen eso: sufren y hacen sufrir a todos con sus “tropismos”.

Una de las pequeñeces frecuentes son los temores infundados, siendo el temor a la muerte el mayor de ellos, junto con el temor a la enfermedad y a la vejez. Sucede que, de todos modos se envejece y se muere, para qué desaprovechar el corto período vital con fantasmas, si por el contrario se debiese aprovechar al máximo. Es curioso cómo los temores oscurecen y alteran con ilusiones algo que no pasa en realidad.

viernes, 4 de febrero de 2011

1997 - ¿Cómo debe ser nuestro trato con la gente?


¿Cómo debe ser nuestro trato con la gente? Con cariño genuino, aun en la lucha contra ellos (los que ejercen la violencia), porque la lucha no es para hacerlos desaparecer sino para romper barreras. No es lucha contra personas, es lucha contra creencias. No es contra personas. No podemos naturalizar al enemigo como si no tuviera posibilidad de cambio.

La gente está encadenada, empieza a odiarse a sí misma, no no queremos matar, al enemigo más acerrimo hay que verlo como encadenado por su situacion. Tiene mal el h¡gado pero nuestra postura es la otra, el h¡gado no debe gobernar la direccion.

1990 - El problema es cuando va mal la dirección mental


En el trabajo conjunto no hay "yo". Este sólo existe para las cosas personales, que no interfieran con el proyecto conjunto. El "yo" es pariente del Uds. (cuando alguien nos dice: Uds. que hacen esto o aquello).

¿Cómo es ese mecanismo? Hasta ayer decíamos lo que íbamos a hacer para lograr tal cosa y ahora dices: "yo voy a hacer". O mentías antes o bien algo te pasó en la cabeza. Esto es lo que sucede habitualmente en el sistema. El sistema esta para joder gente. Es una incoherencia, no se le puede dar pelota.

Desde ese emplazamiento te terminan molestando los nuestros: "mejor que no hagan relaciones porque las hacen mal", o bien, "es una pérdida de tiempo juntarse con los pares porque ellos están en otra y yo soy el que está haciendo las cosas bien", o bien, "tomamos el acuerdo de movernos por fondos, los consigo, pero ahora no son todos confiables para que se enteren", o bien, "mejor que no me vean con ellos porque se van a hacer una mala imagen de lo nuestro"...etc. Es la dirección mental la que difiere.

El que se corta sólo después del proyecto conjunto, es cómo el que llego a Doctor por el esfuerzo de sus viejos y después los esconde y desconoce porque le dan vergüenza porque son unos incultos (­Bueno, algo habría con los viejos también que criaron ese engendro! ...pero en fin).

Sabemos donde lleva la improvisación: a "Malcut". La improvisación se paga. Y si estábamos en un proyecto conjunto y ahora es personal, eso es improvisación.

Ser entusiasta y equivocarse, no hay problema. El problema es cuando va mal la dirección mental.

Al cumplir una función no se puede hablar de "proyecto personal". Puedes hacer todo lo personal que quieras, siempre que no afecte al conjunto.

Se esta cumpliendo una función o se es un funcionario.

Si el sujeto llega a preguntar ¿que es lo que hay que hacer?, es interesante.

Planificamos y si sale, sale... y si no esta bien: es el conjunto el que está aprendiendo.

1976 - Charla sobre el tema de la muerte


Si alguien pregunta a un niño qué pasa con la muerte, el niño probablemente responda cosas como esta: “pasa que uno se duerme”. Si uno le pregunta al niño si le gusta dormir cuando está cansado, el niño va a decir que sí. Si se le pregunta entonces si le gustaría morirse cuando está cansado, el niño va a decir que no.

De manera que él va a explicar esto de que morirse es como dormirse, repitiendo cuestiones que a él a su vez le dijeron. Pero claro, no está muy convencido de que se trate de lo mismo. Porque si no seguramente diría que sí, que cuando está cansado es interesante morirse. Los niños normalmente no dicen eso.

Nos encontramos con otro niño, le preguntamos que pasa cuando uno se muere, y entonces nos dice que “uno se va al cielo”. ¿Y qué hay en el cielo?, “Y, en el cielo está bien todo y se puede jugar y hacer esto y lo otro”. Le decimos entonces si le interesa morirse y nos dice que no. Entonces le preguntamos que ¿por qué no?, entonces se confunde un poco y nos dice que cuando alguien se muere los demás lloran...

Nos encontramos con otro niño y le preguntamos qué pasa cuando uno se muere, y nos dice, “y, a uno lo entierran”. Entonces uno pregunta si le interesa morirse, y entonces dice que de ninguna manera.

Nos encontramos con otro niño, le preguntamos que pasa cuando uno se muere, y este niño nos dice como el primero, que uno se queda dormido. Y le decimos que si es interesante quedarse dormido. Y nos dice que no. Le preguntamos por qué y nos dice que porque no puede volver a jugar.

Nos encontramos ahora con uno grande. Le preguntamos qué pasa cuando uno se muere, y nos dice que eso no tiene sentido. Y le preguntamos que ¿por qué no tiene sentido? Y él nos dice que entonces para qué uno hace todas las cosas que hace, si al final se va a morir. Le preguntamos si eso del sentido de las cosas que uno hace, si él a su vez, se lo pregunta cuando piensa en que se va a morir. Nos dice que sí, porque la no-existencia es la que pone en evidencia eso de que no tiene sentido lo que suceda en la existencia.

Le preguntamos entonces si él se ha hecho los mismos problemas al pensar que antes de nacer no existía. Nos dice que no, que no ha pensado semejante cosa. Le decimos que antes de él nacer, no existía; que piense en eso de que no existía antes de nacer y que vea a ver si eso le trae algún problema de sentido de la vida. Piensa un poco que antes no había nacido, que no existía, y nos cuenta que eso no le trae mucho problema, que el problema en realidad aparece cuando él va a dejar de existir.

Entonces reflexionamos con él y le decimos: “... bueno, entonces no es un problema de no-existencia éste que a uno le crea tanta historia, porque sino debería uno tener registros similares al pensar en que no existió antes; igual, el mismo tipo de registros que al pensar que uno después no va a existir”.

Y nos dice que claro, que no es un problema en realidad de no-existencia. Y entonces es un problema de qué, le preguntamos. Es un problema de absurdo, de que las cosas no tienen sentido. Bien, dónde se registra la falta de sentido, le preguntamos. No sabe bien que estamos diciendo; nos dice que es una cosa confusa. Pero en todo caso, si piensa mucho en eso, experimenta no solo conmociones emotivas, experimenta conmociones físicas...

Tomamos a otro grande (los grandes son muy metafísicos); le preguntamos qué pasa cuando uno se muere y nos dice “se acabó todo”. ¿Para quién se acabó todo?, le preguntamos. “Para mí que me muero”. Ahá; ¿y cuando uno vive qué pasa? “Y, cuando uno vive están las cosas, están las otras personas”.

¿Qué pasa con las otras personas que uno no ve y las otras cosas que uno no ve?, “Y, para uno no existen”. ¿Qué pasa entonces cuando uno se va a dormir?, le preguntamos. Y nos dice que las cosas que uno ve dejan de existir. “Pero cómo –le decimos- si a lo mejor usted está durmiendo al lado de su pareja, que es su lazo afectivo más importante. De manera que usted se duerme y su pareja deja de existir, usted se va a otro mundo, ¿qué es esto? ”. “Y sí, nos comenta, en realidad sucede eso; empiezo a ver otro tipo de cosas”. “Pero usted no se preocupa mucho por esto de irse a dormir”. “Y no, porque después me voy a despertar...”

De manera que el problema viene un poco mezclado con esto del dormirse, despertarse, con esto de volver a reconectar. Le decimos que qué experimenta él cuando piensa en la muerte. Y él nos dice que “experimenta asfixia”. Le decimos que entonces debe tener algún problema pulmonar. Nos dice que no, que siempre ha estado muy bien de los pulmones, pero experimenta asfixia.

Y así, transitando de niño en niño y de grande en grande, nos vamos encontrando con una gran disparidad de respuesta. Estas respuestas son confusas. Estas respuestas normalmente son generales y difundidas. Estas respuestas no son de ninguna manera precisas. De manera que en torno a las ideas de la muerte no nos encontramos con las características propias del correcto pensar. Nos encontramos con características del “pensar climatizado”. Por consiguiente esas ideas resultan sospechosas. Resultan sospechosas porque no se configuran del mismo modo que las ideas que bien se expresan.

¿Qué es lo que sucede entonces, que preocupa tanto a la gente, con este problema de la muerte? ¿Qué piensa uno; qué morirse es desconectarse? Si fuera una cesación de funciones, simplemente, no habría mayor historia. Pero a la muerte se la pinta siempre positivamente, en el sentido de su existencia. Nadie dice que la muerte no existe; todos dicen todo lo contrario, que la muerte existe. Y hay que ver cómo se acerca la muerte, hay que ver cómo uno se acerca a su vez a la muerte. Hay que ver cómo esta figura un tanto sombría, que en distintos pueblos ha tenido distintas representaciones, tiene algún tipo de existencia que nos compromete. Como que uno se duerme en brazos de la muerte, por ejemplo; como que la muerte corta el hilo de la vida...

De manera que todo esto está muy lleno de alegorizaciones; todo esto, diría algún fisiólogo, es “demasiado límbico”, este asunto de la muerte, y no está exactamente en el plano de las ideas. Cuando se habla de la muerte da la impresión de que poco tienen que ver las ideas.

¿Cómo describen algunos esto de que alguien muere? Dicen algunos –sobre todo cuando lo publican en algún periódico-: “Exhaló su último suspiro”, por ejemplo, como si algo saliera de su boca. Otros dicen: “quedó exánime”, es decir, sin alma, o con el alma afuera. Algunos se preocupan por lo que pasa con esto del suspiro que se va, y otros, un poco más materialistas, se preocupan de lo que queda. Entonces hablan de que “sus restos” serán enterrados en tales y cuales circunstancias. Y hablan del cuerpo como si fueran los restos, es decir, lo que queda, lo que resta después de haber extraído la parte interesante.

Y nos encontramos con situaciones de lo más extrañas. Vamos por ejemplo a un entierro, y hay alguien que está ligado afectivamente a los restos, sobre todo cuando hay una gran cantidad de gente, de deudos, y comienza a leer ahí una cuestión (eso dependerá de los pueblos, hay pueblos más afectos que otros a estas cosas, suceden más o menos estas situaciones). Llega entonces en encargado de esta cuestión, saca un papel y comienza a hablar y no se sabe bien a quién le habla. Tal vez le hable a los que están alrededor, y eso está bien. Aprovecha la circunstancia entonces para dar una clase en torno a la vida y cosas semejantes.

Si le hablara a los presentes, la cosa podría resultar bastante pedagógica. Pero sucede que en esos discursos, se le suele hablar a los restos. Entonces se les dice: “Tú, que en la vida has sido tal y cual cosa”. Entonces uno piensa, ¿a quién le está hablando, a los restos o a lo que se fue? Y esa es la situación contradictoria que experimenta el que habla, porque a veces dice: “Sabemos que está en la gloria”, o que “Tu inmortalidad...” Y a veces le dice: “Te has ido para siempre de nosotros”, y nosotros no sabemos bien dónde ubicar al interlocutor.

Fíjense que el mismo tratamiento del tema genera contradicción. ¿Dónde se ha visto que la gente se ría de la muerte? Lo normal es que la muerte genere congoja. ¿Y por qué genera congoja la muerte, tristeza? ¿Por qué la muerte genera tristeza, y por qué no debemos reírnos de la muerte? ¿Y por qué experimentamos una contradicción interna cuando nos reímos de la muerte? Bueno, normalmente porque la muerte está asociada a algunos familiares o gentes con los cuales estamos ligados afectivamente. Entonces reírnos de la muerte, es un poco reírnos de lo que les sucedió a estos familiares y eso no está bien.

Pero resulta que nosotros no estamos hablando de los familiares. Nosotros estamos hablando de la muerte y de lo que sucede en tal hecho y con tal acontecimiento, de manera que no deberíamos tener mayores problemas en esto que en realidad es bastante pintoresco.

Volvamos a nuestro tema inicial. Ahí está éste de los papeles. Le habla un poco al público; está bien, es pedagógico, es instructivo. Le habla otro poco a aquello que está en algún lugar; no se sabe bien dónde está ese lugar, pero en algún lugar está. Y le habla finalmente a los restos. Y así, en esta cuestión de lugares indefinidos, de parientes definidos y de restos precisos, ahí va él haciendo sus elaboraciones.

Están los otros; son materialistas, claro, no van a hablar entonces a ése que nos está escuchando, porque nadie nos está escuchando, porque no hay alma, pero entonces se dirige a los restos, éste que no cree en el alma, y explica que su memoria va a continuar iluminándonos y vamos a seguir el camino que tan ejemplarmente abrió él en su vida; y entonces ya no entendemos nada.

Entonces, puestos nosotros normalmente en situaciones de este tipo, tenemos experiencia como de sueño, y salimos de esas situaciones como si saliésemos de un sueño. Los registros que se experimentan en tales situaciones son registros enrarecidos, totalmente enrarecidos.

La muerte es una cosa grave, según parece. De hecho se dice que la vida de uno se configura en el último momento; se dice que la vida de una persona puede juzgarse recién cuando se muere, antes no, parece que el interés está puesto cuando se cierra la operación. Suceden cosas muy extrañas con esto de la muerte, pero en todo caso no suceden cosas muy vigílicas.

Y cuando surgen las ideologías en general, que hablan de la muerte, y empiezan las superestructuras en torno a la muerte, nosotros siempre tenemos la impresión, el registro interno, de que aunque sean ideologías, están fuertemente tomadas por climas que no corresponden a una ideología precisa.

Y entonces qué pasa con nosotros y la muerte. En realidad no pasa gran cosa, pero deberíamos atender a algunos registros. Nuestro amigo, en esta explicación previa que nos dio, nos habló justamente del asunto de la muerte; son coincidencias. Y nos dijo que tenía fuertes registros en torno a él que se veía muerto, fuertes registros en torno a otra persona que veía muerta. Fuertes registros, cómo, ¿fuertes registros físicos?.

Cuando uno teme morirse tiene registros, ¿qué registros tiene, metafísicos?. No tiene registros metafísicos, tiene registros bien físicos. Algo pasa con la muerte, que provoca en uno registros físicos. Ustedes habrán tenido la oportunidad de ver alguna persona que entra en una morgue, por ejemplo, y al entrar a esa morgue y ver algunos restos no se pone a hacer consideraciones ideológicas, sino que, por ejemplo, se desmaya. Otros no se desmayan pero cuentan que tienen mareos, como si perdieran un poco la sensación de “piso”, de estar apoyados. De manera que esto es bastante físico.

¿Han visto ustedes algunos animales y han visto el comportamiento de esos animales con sus semejantes?; ¿no han visto por ejemplo, el resto de un gato y otro gato vivo al lado, llorando durante toda la noche y lanzando sus vibraciones como si lo estuviera “velando”, diríamos en Latinoamérica? ¿Han visto la preocupación de algunos animales por los restos de otro? ¿Han visto como se espantan a veces en el campo, como se asustan los caballos cuando encuentran a otro animal muerto?

Parece que esta visión del problema moviliza fuertes registros instintivos. Y esta movilización de fuertes registros instintivos no es una actividad muy vigílica que digamos. Parece importante estudiar el problema de la muerte desde el punto de vista de los registros, dejando las superestructuras para otra ocasión.

Cuando uno se imagina muerto, puede hacerlo viendo, por ejemplo, su propia figura. Ahí está uno muerto, ahí están los restos de uno; bueno, ahí está uno quieto. Si ahí está uno quieto, entonces no tiene por qué preocuparse mucho de lo que pasa alrededor. Sin embargo hay personas que se siguen preocupando por lo que pasa alrededor, están vivas y se piensan muertas. Piensan por ejemplo, que ciertos tipos de entierro o de incineración son más adecuados que otros. Están preocupados, por ejemplo, en que van a ser incinerados y eso, dicen, es más higiénico que ser enterrados. Pero, ¿y que preocupación hay con esto de que sea más higiénico o no, si uno no está presente para ver estas operaciones? Dicen entonces (pensando un poco), bueno, no, es por los familiares, para que los familiares no anden con estas cuestiones.

Hay algunos muy preocupados por su aspecto; cuando se piensan muertos, tratan de ver que la cosa quede más o menos decorada. Claro, no por ellos tampoco, sino por la imagen que van a dar. Gente muy preocupada de su propio yo y de su propia exteriorización. Muy bien. Uno piensa a veces que cuando uno se muera se van a quedar muy preocupados los otros. Desde luego que el registro del sufrimiento de otras personas, provoca en uno registro.

Si uno ve una persona sufrir, este sufrimiento que ve en otra persona provoca en uno también, el registro de sufrimiento. Esto es razonable, esto es comprensible. Y es comprensible también que cuando uno se imagina muerto, surjan imágenes de dolor y sufrimiento en las otras personas, y al representarse tal imagen entonces, uno experimenta el sufrimiento por lo que pasa en los otros; también es razonable.

Pero ya no es tan razonable que uno experimente sufrimiento por el hecho de verse muerto. Si a uno le preguntan qué pasa cuando uno muere, va a decir, bueno que uno no siente nada. Y si uno no siente nada, entonces para qué preocuparse.

Sí, claro, pero queda una sensación rara de todas maneras... Es que no se cree mucho en esto de que no se siente nada. He ahí uno de los problemas. ¿Han tratado ustedes de imaginarse a ustedes mismos, no ya muertos sino en cualquier situación, de imaginarse a ustedes mismos sin sentir nada? Hay dificultades en la representación. Uno se imagina a sí mismo en un lugar haciendo cosas sintiendo algo, y uno no se imagina a sí mismo sin sentir nada.

Este hecho sicológico del registro de uno mismo es el que opone una seria dificultad a esta cuestión de imaginarse muerto, e imaginarse sin sentir nada. De manera que hay una cierta dificultad de configuración sicológica en esto de no sentir nada, y esto da registros extraños que no se comprenden bien.

...Y entonces uno esta muerto, no siente nada, pero resulta que algo siente uno, y uno está preocupado al verse ahí muerto sin sentir nada. Se enrarece el clima, hay dificultades en el registro. Nosotros no aseguramos que los muertos registren o no registren, ése no es el problema. El problema está en lo que le pasa a uno con esto que cree registrar en la muerte.

Hay algunos que explican así: si a uno le duele enormemente un dedo, cuando pasa algo, si uno tiene serios problemas cuando puede perder algo, esto de morirse debe ser grave, porque este asunto puede ser amplificado. Hay quienes tienen temor a la muerte, pero por el horror al dolor; razonable, muy razonable; ¿cómo le va a gustar a uno sufrir de ese modo al morirse? Eso es razonable. Pero parece que el hincapié no estuviera puesto en esto de sufrir mucho al morirse, parece que el hincapié estuviera puesto en la muerte misma o después de la muerte (no hablamos de la trascendencia, hablamos de ese “después” que no se sabe registrar bien), ¿y qué es ese después? Algunos niños respondieron, “claro, a uno lo entierran”. Esto no es agradable. ¿Les parece agradable que los entierren?.

Imaginen un poco, ustedes están adentro de una caja. Un montón de personas hacen un pozo, por ejemplo, o bien en el cemento, ahí hay un lugar. Y ahí además de meterlos en una caja, los meten en el piso o los meten en el cemento y les echan tierra encima, o les meten cemento como para que no salgan. Por supuesto esto responde a otras necesidades de higiene social, pero la imagen es un poco ésta. Además de meterlos en una caja, les meten tierra encima. Imagínense ustedes adentro de esa caja y además con tierra encima, ustedes no ven la tierra, ustedes no ven la caja, ustedes no ven absolutamente nada. Pero ¿qué tal la sensación que provoca semejante representación?. La sensación es un poco asfixiante.

Imagínense ahora en la caja bajo tierra pero boca abajo, ¿pueden?, se enrarece la situación. Imagínense, por ejemplo, ustedes en la caja, los familiares vienen, los ven, pero ustedes en vez de estar expuestos, como se suele hacer, están boca abajo. La situación tiene algo de ridículo. Imagínense ustedes ahora enterrados, o sea metidos bajo tierra pero cabeza abajo, es decir, con los pies para arriba; la sensación que experimentan es diferente. Imagínense ustedes ahora en ese cajón enterrados pero cabeza arriba y con los pies abajo; la sensación que experimentan es diferente.

De manera, que según ustedes tengan grabada un tipo de operación sobre sus restos, van también, según lo coloquen de distinto modo en el espacio de representación, a experimentar sensaciones diferentes. El tratamiento de los propios restos es cosa de cuidado y la imagen que se tiene en torno al tratamiento de estos restos provoca, sin duda, registros diferentes. Miren cuando una persona se queda encerrada en un ascensor, ni sube ni baja, ni puede salir, ni hay quien lo escuche a uno, siente una asfixia extraordinaria, no tanto por lo que vaya a pasar (seguramente a los dos minutos eso se arregla) sino por la imaginación, por las imágenes que atropelladamente comienzan a pasar, en donde los espacios parecen reducirse, el aire parece faltar, la desesperación cunde. Es este registro asfixiante que seguramente tienen más fuertemente aquellos con dificultades respiratorias, es ese registro fuertemente asfixiante el que lo compromete a uno cuando imagina sus restos ubicados bajo tierra.

Hay un problema con la respiración, sin ninguna duda. Y tal es el problema con la respiración que así se ha definido, precisamente, al problema de la muerte, como decíamos antes: “exhaló su último suspiro”, se quedó sin respirar, quedó exánime, quedo sin alma.

De esto de quedarse sin respirar tenemos registros bastantes graves, al sumergirnos en el agua y faltarnos el aire, al quedarnos bajo una almohada y faltarnos el aire, adentro de un ascensor y faltarnos el aire. Este registro lo tenemos de algún modo, claro que lo tenemos. Y acá parece que la cosa se complica. Pero hay otro tipo de registros, el registro de la continuación de tal proceso. Ahora resulta que lo entierran a este señor; pasa un día sin aire; pasan varios días sin aire y además comienza ahí a haber un conjunto de operaciones, un conjunto de operaciones que uno no quiere imaginar (pero que imagina), el conjunto de operaciones propias de la vitalidad difusa. Allí algo se está moviendo. El sujeto está muerto pero algo se está moviendo ahí, está trabajando, y ese cuerpo se está descomponiendo. ¿A qué persona razonable le va a gustar que su cuerpo se descomponga?, esto no puede ser agradable, de ninguna manera, y no puede ser agradable tampoco que a esa persona la entierren y le falte el aire, y no puede ser agradable de ninguna manera el tratamiento que le dan a semejante cuerpo.

Imagínense una cosa exagerada, por ejemplo, consideren que en la sociedad en que vivimos se tratara a los cuerpos de los que mueren, del siguiente modo: “Una persona muere y entonces inmediatamente le abren la boca, le meten un embudo y le echan...”, si ustedes empiezan a imaginar este tipo de cosas, van a ver que con respecto a la muerte van a tener mayores problemas. Si empiezan a darle de palos al que muere o empiezan a tratarlos desconsideradamente al cuerpo del que en vida fuera tal persona; si empiezan a tratarlos de ese modo, a ustedes le va a gustar todavía mucho menos morirse y sin embargo nada tienen que ver con esos registros, porque no sienten tales registros...

Pero es que la imagen que trabaja, y este imaginarse de todos modos a ustedes mismos como sintiendo, esta ilusión de la imaginación, les trae inagotables dolores e inagotables sufrimientos. Pero desde luego no es que por el hecho de la muerte en sí, sino por las dificultades sicológicas que hay en la representación, y por los registros que se cree tener de lo que sucede a ese cuerpo.

Esto ha dado lugar a innumerables formas de tratar a los restos. Hay un inventario extraordinario en torno al tratamiento que se da a los cuerpos de los que mueren. Mucho menos debe gustar todavía, morir, a las gentes de ciertas culturas en donde para morir, cuando llegan a cierta edad, tienen que alejarse de sus tribus y quedarse quietas a disposición de un oso, por ejemplo, para que el oso acabe con su vida. Se darán cuenta ustedes que imaginar tal situación, para los que viven en esa cultura, es bastante más grave que para otros que, de todos modos, tienen alguna consideración con los restos. Porque además está asociado, ese registro de quedarse sin aire y todo aquello y de lo asfixiante, a una situación efectivamente dolorosa y de lo más trágica. Así que el registro se amplifica según lo que va a pasar en tales momentos.

Hay gentes que queman a los cuerpos; hay gentes que entierran a los cuerpos; hay gentes, como algunos tibetanos, que una vez muerto el sujeto, hay un encargado ahí que se lleva el cuerpo, lo pone en una roca y empieza a separar víscera por víscera, pedazo por pedazo y a distribuirlos a las aves que se van quedando con esos pedazos de resto. Cuando la osamenta está debidamente preparada, la machaca íntegramente y una vez machacada, reducida a polvo, entonces dispersa este polvo por el viento. Si uno se imagina semejante tratamiento con su cuerpo, tiene problemas.

Algunos que registraron esos problemas se preocuparon bastante por cuidar su cuerpo. Se preocuparon por los perfumes, los óleos, los embalsamamientos, la pervivencia del propio cuerpo. Otros, de acuerdo a las condiciones que presenta el lugar en que viven, colocan a esos cuerpos en las alturas, en un árbol, envuelto, a fin de que se descomponga, pero de todos modos esté protegido de la acción de animales terrestres. Otros pueblos colocaron a los cuerpos en casas de silencio, es decir, en unas construcciones que había; se colocaba ahí a los cuerpos para que se realizara ese proceso de descomposición, pero también para que no fueran tocados por los animales. Esto de que hubo castigos en algunas épocas que consistían no solo en liquidar al culpable, sino además en distribuir su cuerpo a los perros, esto, es el colmo de las ofensas, y esto es el peor de los tratamientos que se puede hacer con los restos.

Y claro, según las culturas también y según el medio en que habitaban esas culturas se optó, no por colocar a las gentes en rocas porque no había muchas rocas; no por colocar a las gentes en árboles porque no había muchos árboles. Se hizo como se podía, y ¿qué se podía hacer?, pues enterrar a la gente y de todos modos ponerla a protección de esos animales que de algún modo es una situación infamante, ésta de los animales y el propio cuerpo y demás. Y además para protección, porque de algún modo se vio que esto de dejar expuestos a los cuerpos, provocaba problemas a los vivos, incluso desde el punto de vista de la higiene social.

Y entonces estas culturas trataron así a los cuerpos, enterrándolos, no tenían otro modo. Y otros que eran más pródigos en vegetación y demás, prefirieron quemar los cuerpos. Pero vean qué pasa cuando ahora ustedes imaginan a un ser querido muerto. Ahí está el ser querido, ustedes están asistiendo al funeral, luego retiran al cuerpo, ustedes se quedan ahí, pero ya no está presente ese ser querido. ¿Dónde imaginan ustedes al ser querido?; a veces lo imaginan como si estuviera presente; una imagen fugaz. Pero ¿adónde lo imaginan en ese momento sufriente, cuando ustedes están mal por la muerte de ese familiar?. Lo imaginan en el lugar físico donde esta emplazado.

Si el cementerio por ejemplo estuviera atrás, lo imaginarían atrás del espacio de representación. Si el cementerio estuviera adelante, lo imaginarían adelante; ¿dónde está el cuerpo del familiar de ustedes?, está en el espacio de representación que corresponde a la ubicación que tienen ustedes con respecto al lugar donde se deposita el cuerpo, ¿sí?. Ustedes ubican en el espacio el cuerpo de ese familiar, ¿cómo lo ubican?, lo ubican a lo mejor en una tumba; y ¿qué más?, y, lo ubican de noche, normalmente lo ubican de noche. Si lo ubican de día está más acompañado, les parece a ustedes, si lo ubican de noche está solo. Esto de que el cuerpo del familiar de ustedes esté solo, y ustedes aquí vivos rodeados de personas y en las cosas que hay que hacer, esto de dejar solo al cuerpo de ese familiar, también les genera problemas, también les genera sufrimiento, es inevitable.

Pero este registro lo tienen. Allá está, ubicado espacialmente en un lugar con su asfixia, sus historias y su proceso de vitalidad difusa, y acá están ustedes haciendo cosas y tratando de recomponer la situación que de algún modo se ha quebrado, ¿no es cierto?. Lo ubican en el espacio, lo ubican en situación y lo ubican con registros que corresponden en realidad a las actividades vitales, y de ningún modo lo ubican como debería ser la cosa; como nada que ver con aquello.

Ni hablar de esas cosas afectivas y muy simpáticas, por otra parte, de que de vez en cuando se hace alguna visita al lugar, que es una especie de demostración de afecto un tanto alegórica, pero que, aparte de alegórica tiene sus fuertes contenidos alegorizantes y los climas que le corresponden. A veces también se hacen algunas oraciones o algunos actos internos, pero que se refieren al cuerpo de ese familiar que está ubicado en un lugar del espacio preciso.

A veces, si son más dramáticos, imaginan a ese cuerpo en esa tumba, en esa oscuridad de la noche; si son más dramáticos imaginan el silbido del viento entre los árboles especiales que tienen los cementerios, y si son más dramáticos pueden imaginar unas cuantas cosas más. Que eso le pase a un familiar, vaya y pase; que esto les pase a ustedes, les complica. La experiencia de la muerte en los demás, es evidentemente shockeante. Y como por razones estadísticas se van viendo que se van muriendo unos y otros y no va quedando nadie, tarde o temprano será que uno tendrá que entrar en esa estadística. La inevitabilidad de la muerte crea problema. De manera que nos preocupa bastante el tema de la muerte y tratamos de saber bien de qué se trata, pero hasta cierto punto. Lo demás lo hace la imaginación por nosotros.

El temor a la muerte, el registro físico de temor a la muerte es producto exclusivo de la imaginación. Es una elaboración absolutamente ilusoria de lo que allí ocurre.


No puede haber liberación de tal registro de la muerte si no se capta, si no se comprende, y de algún modo, no se trabaja, esta ilusión que existe con respecto de la muerte. Es decir, la gente registra esta ilusión, hace su elaboración, tiene su registro corporal; de ninguna manera la gente considera al hecho de muerte como ilusorio. La gente, desde luego cree en la muerte, pero no cree solo en el sentido físico de la muerte sino que cree en la muerte con los registros que aparentemente acompañan al muerto; y eso es ilusorio... De tal manera que nosotros, puestos en esa situación o puestos a pensar en tales cosas, deberíamos comprender bastante bien el hecho ilusorio de la muerte, en cuanto a registros que se creen tener de tal fenómeno cuando tal cosa acontece.

La imaginación sobre la muerte, este imaginar la propia muerte como registro de actividades, este imaginar la propia muerte como algo “positivo” (no como algo no-existente), es fuente de innumerables sufrimientos, y es un fenómeno que va pesando cada vez más a medida que el sujeto va procesando en edad; a medida que el sujeto va procesando en edad; a medida que el sujeto va envejeciendo, este registro ilusorio de la muerte se convierte cada vez más en una fuente inagotable de sufrimiento.

La gente joven no tiene mayor problema con esto, cree que va a durar mucho tiempo. La gente que empieza a dudar acerca de su duración, empieza a crearse serios problemas. Se darán cuenta que tal fuente de sufrimiento es también un factor de inhibición muy serio. Nadie piensa que cuando se muere, por ejemplo, se relaja magníficamente y suelta todo tipo de tensión. Al contrario, uno se imagina contraído (es cierto que existen fenómenos conocidos como “rigor mortis”, es decir que los cuerpos se endurecen), pero bueno, en el lecho de la muerte no se imaginan como soltándose sino más bien como tensando. Esto de tensar, este registro de la propia tensión, esto de no querer soltar, esto se parece mucho al registro de la posesión en general.

Uno no quiere soltar ni una miga de pan, mucho menos va a querer soltar el propio cuerpo. Y claro, ¿cómo se lo imagina uno a esto?; como una lucha con la muerte, como un sistema de tensiones en juego.

Acá también existe otra trampa de la mente. Cosas que pudieran ser placenteras, en ocasiones están teñidas de contenidos terribles. Hemos contado, en alguna ocasión, un caso que es revelador de muchos casos.

El caso es este: Un joven muy maltratado desde su infancia, tiene asociado a los registros placenteros, registros de dolor. De tal modo que bastara que comiera un dulce, para inmediatamente le descargaran una paliza, por ejemplo. Bastaba que hiciera algo agradable, para que inmediatamente tuviera registros de dolor. Las cosas se fueron complicando con este joven, y claro, el registro que tenía del mundo era un registro doloroso, un registro de defensa, un registro de tensión muscular intensa.

Ese era el registro que tenía en general del mundo, pero además, este registro invadía situaciones placenteras, de tal modo que al experimentar un determinado placer, lo experimentaba con tensión también. Y llegó a situaciones tales en que, teniendo grandes tensiones y estando al borde del desequilibrio, pensó en descargar, por ejemplo, tensiones sexuales. Y cuando iba a descargar tales tensiones, experimentó, tuvo el registro, de que iba a morir. Por supuesto produjo gran contracción y salió de la situación, con lo cual aumentó el registro de la tensión interna.

El experimentaba la sensación que al distenderse iba a morirse. Es decir, él de algún modo, experimentaba imaginariamente que esto de la distensión placentera era para él no registro, y, no registro, igual muerte. Por consiguiente, registro únicamente lo doloroso; dejo de registrar la tensión, no registro; por lo tanto me muero. Y en sus fantasías y en sus elaboraciones estaba absolutamente ligado esto del sexo a la muerte.

Este caso lo conocemos y conocemos muchos casos más. Pero también conocemos verdaderos sistemas de ideación que se han impuesto, asociando esto de sexo a la muerte. Y también algunos sicólogos torcidos, han trabajado con esta asociación entre el placer y la muerte, cosa que, desde luego, no tiene nada que ver. Pero se ha especulado considerablemente con esto de soltarse, o experimentar el placer, en cualquier campo que fuera, es pecaminoso y por lo tanto acerca a uno a la muerte, y no lo acerca a la vida. De manera que para vivir, sobre todo para vivir en otro mundo, es necesario tensar y es necesario sufrir. Imagínense ustedes la situación que se genera, bastante contradictoria por cierto.


Este joven, que no adhería de todos modos a esas corrientes espirituales, de todos modos, aunque era ateo, experimentaba ese fuerte registro de que la distensión placentera representaba muerte. Que para no morirse y para que no desapareciera su yo, y para no desintegrarse y para no quedarse sin registro, era necesario seguir contraído ante tales situaciones.

Tenía, desde luego, enormes dificultades para cualquier tipo de trabajo catártico. Ni hablar de un trabajo transferencial: sencillamente no podía soltarse. Y aún cuando supiera que sus problemas eran problemas de tensión, y aún cuando supiera que sus mecanismos de defensa eran los que estaban oprimiéndolo (que a lo mejor fueron sumamente adecuados en el momento en que le propinaban tales castigos), esos mecanismos que fueron muy adecuados en ese momento, porque fue lo mejor que pudo hacer: defenderse y tensar, esos registros continuaron en su biografía.

Y entonces ahora, cualquier situación, sea dolorosa o placentera, de todos modos se registra con tensión, lo cual trae dolor. De algún modo provocar esa distensión es perder el yo, perder la identidad, perder la integridad. De manera que el único registro que se tiene de la propia vida es un registro doloroso. Y esto de soltar el registro doloroso, se experimenta ahora contradictoriamente como otro tipo de sufrimiento, el sufrimiento de la pérdida de la integración, de la pérdida del yo.

Que se sufra por estar tenso, razonable; pero que se sufra por distender, porque se va a perder el yo, es un poco enrarecido. Nuestro amigo sufre porque tensa, y sufre porque si distiende va a perder el yo. En todos los casos sufre. En todos los casos hay posesión.

Y esto de la muerte, que a veces está identificada al placer o a veces está identificada al sufrimiento, con esto mismo de la muerte está siempre presente el registro del dolor; hay también dificultades de representación de uno mismo como no registrando, pero básicamente y en la raíz de todo aquello, está funcionando el mecanismo de tensión al cual plásticamente graficamos diciendo: posesión.

1992 - Es la lucha contra lo natural lo que hace evolucionar a la especie


El origen de la discriminación es considerar al otro como un cuerpo. Cuando veo una mujer como "función reproductora" la naturalizo. Cuando veo el color de piel, objetivizo al otro. Cuando veo su impedimento físico lo discrimino. Nuestros sentidos están hechos para percibir lo fáctico, lo natural. No tenemos sentidos para percibir "el sentido" o la intención de los otros. Percibir la intención es una elaboración que va más allá de la percepción sensorial. Cuando veo un edificio me es más difícil percibir la historia y la intención humana que lo llevó a cabo. Si el ser humano hubiera aceptado lo natural nunca habría salido de la prehistoria. La evolución es justamente la lucha contra lo natural. Si Galileo hubiera aceptado sus sentidos como son, nunca hubiera imaginado el telescopio. No tengo por qué aceptar lo natural. Naturaleza que me pone condiciones y me jode. Es la lucha contra lo natural lo que hace evolucionar a la especie.

jueves, 3 de febrero de 2011

1989 - Hay que estar con las antenas bien paradas


Necesitamos gente inteligente. Una inteligencia creciente. Muchas neuronitas conectadas, la certeza del planeta. Una gran corriente nerviosa, un cerebro viviente. Hay que estar con las antenas bien paradas, para entender lo que pasa aquí y lo que pasa allí y en lugares que uno no ve. Quiero decir, que uno prende una radio y uno escucha cosas que uno no ve, se emiten desde otros lados, o como un telescopio y ve cosas que el ojo no ve. O un microscopio ve cosas que el ojo no ve. Lo que uno ve es insignificante. Así están las cosas y a lo mejor, cuando las cosas anden muy mal en todas las sociedades, unas por sus pobrezas, otras por la superabundancia, pero todas por el fracaso de la acción humana, en el sistema mentiroso, cuando todo eso ocurra, es muy probable que la gente se oriente por registros internos más profundos, ya que no hay soluciones en los planteos externos y descubra muchas cosas que hoy todavía no ve. Pero eso es del futuro. Así que cuando eso ocurra, estaremos en condiciones de que surjan también nuevas cosas, nuevos organismos, o como se les quiera llamar, cuando la gente sepa que por estos caminos están cerradas todas las puertas como ha pasado tantas veces en las civilizaciones de este planeta. Y como siempre, decía Eurípides, de los caminos cerrados siempre un Dios haya salidas, como siempre, el ser humano encuentra salidas de los aparentes caminos cerrados. Entonces es de esperarse cosas muy saludables para el ser humano en el futuro inmediato o mediato. Mientras tanto, una capa de prejuicios cubre el planeta, veremos cuanto dura. Que los mentirosos están en todos los bandos, son parte del mismo sistema. Y hay tantos mentirosos en el bando de los creyentes, como mentirosos hay en el bando de los ateos. ¿O de un lado están los mentirosos y del otro no? (risas), ¿cómo? yo recuerdo una cosa muy extraordinaria en Shri Lanka, algo fantástico, me dio la impresión de estar ante un tribunal de la Santa Inquisición, pero al revés.
La anécdota es la siguiente: estaba en una comunidad agrícola que se llama Sarbodaya y habían llegado allí unos daneses que patrocinaban el crecimiento de esa colectividad agrícola que había desarrollado unos planes muy interesantes, y que patrocinaban dándoles fondos y todo aquello. Hubo una comida ahí que nos hicieron porque habíamos llegado a visitarlos y demás y también se sentaron los daneses que estaban ocasionalmente. El que dirigía Sarbodaya era un tal (...) es un budista y entonces, claro, se sintió en ambiente como para tratar temas que jamás había tratado con foráneos. Por supuesto que con los daneses hablaba de temas agrícolas y todo aquello, pero esta no era una invitación para los tecnócratas daneses, ésta era una invitación para nosotros y los tecnócratas daneses estaban ahí y se sentaron a la mesa, o sea, no tenían nada que opinar, estaban de allegados, entonces salió con su temática y con las cosas que le interesaban, porque estaba bien, era una comida entre amigos, ¿por qué no, por qué motivo no iba a poder hablar de lo que le interesara, haber por qué? Y ... se puso a preguntar, se puso a preguntar acerca de lo que opinábamos sobre Dios. ¡Bastó mencionar la palabra Dios para que se escucharan ruidos de cucharas y tenedores que se les caían de las manos! ¡Cómo si hubieran escuchado una palabra horrible, como si se les hubieran parado los pelos!
Me paso una cosa similar en Zambia, pero esa es otra conversación. O sea, que sólo escuchar la palabra Dios para los tecnócratas, socialdemócratas, pagados por el gobierno socialdemócrata danés, bastó escuchar la palabra Dios para que se les pararán los pelos. Como hace quinientos años les pasaba cuando escuchaban la palabra Diablo. (risas) ¡Unos cretinos oscurantistas! Entonces yo le prengunté a uno de ellos que le producía la palabra Dios. No me quiso contestar, se fue... ¡mira la represión del señor! Un ateo, cabal, razonable, investigador, inteligente, escrutador, un espíritu libre. ¿A qué le tiene miedo, a las palabras? Le tiene miedo a la palabra Dios, a la palabra Diablo, a la palabra desoxirribonucleico, a la palabra... ¡qué tanto lío con ese primitivismo! ¡Un desastre! Eso lo vi yo, no me lo contaron. Así que los mentirosos son legión, estén en el campo de los creyentes o de los ateos. Y los prejuicios, la capa de prejuicios todavía es muy densa en la atmósfera que rodea al planeta tierra. Pero, claro, se están produciendo agujeros en todas las capas, ¿cómo no se van a producir esos agujeros en la capa de prejuicios? (risas) ¡Prejuiciosos de los úuuultimo!, miedo a todo, miedo a cerrar los ojos, porque le pueden robar el alma, miedo a no se qué, porque le van a lavar el cerebro, miedo a Dios, porque ¡ay!, que barbaridad, los curas, lo que hicieron en el medioevo!, como si los curas tuvieran algo que ver con la religión. Todo miedo, miedo a todo. Miedo porque hay Dios, miedo porque no hay Dios, miedo porque no hay sentido, miedo porque hay sentido. Miedo a abrir los ojos porque uno ve el desastre, miedo a cerrar los ojos porque le roban el alma. Oye, ¿por qué no bajan un poco la tensión y empiezan a pensar decentemente?, porque todo lo que motivan sus miedos, en el fondo, son los mangos. Es la avidez por la platita y no perder el puesto que al final son los social demócratas que los mandan a Shri Lanka. Ese es el tema, porque puede no coincidir esos pensamientos con el jefe, porque, ¿qué va a pensar el jefe si tengo que hacer un informe?: jefe, jefe, mire lo que escuche en Shri Lanka. -¿Cómo me trae esta porquería? ¡Retírese, está despedido! Todo así. Los grupos religiosos crecen a mayor velocidad que ningún otro grupo en el mundo y eso algo quiere decir, crecen en las sociedades desarrolladas, crecen en las sociedades subdesarrolladas, crecen en el tercer mundo, crecen en el primer mundo, crecen en el quinto mundo, en todos los mundos. Crecen en campos socialistas, crecen en campo capitalista. Crecen. Pero claro, los sociólogos no estudian esos fenómenos sociales, son religiones. Los fenómenos sociales solamente existen cuando alguien se para con un megáfono y dicen: "Hay que votar por tal y cual". Ese es un fenómeno social, pero cien mil personas en un estadio porque hablan de Dios, dicen aleluya, éste no es un fenómeno social, eso no existe, que no sepa, que no se sepa. Algo está pasando y nuevamente un engranaje está empezando a funcionar en el planeta tierra. Tendrán problemas. Esas son otras conversaciones de los futuros organismos, conversaciones del futuro y no del presente.

1989 - ¿Quién es realmente el enemigo?


Sencillamente la banca y el capital financiero internacional. Qué es eso de los préstamos usurarios que se hacen a escala internacional y a los préstamos que hace la banca privada también que son usurarios y donde se contamina a todo el país en ese sistema. Hasta los mismos empresarios que deberían ser más esclarecidos sobre este tema, hasta los mismos empresarios están arrodillados ante la banca. La banca no es subsidiaria de los intereses de los empresarios, son los empresarios los que están de rodillas frente a la banca. En definitiva está el pueblo arrodillado frente a la banca. Dejan de darle préstamos y créditos los bancos y se joden, cierran las empresas.
Uno de los análisis, tal vez uno de los pocos análisis acertados de Marx fue en cuanto a previsión de acontecimientos, fue ésto de la concentración progresiva de capital financiero internacional. Pagan tinterillos e ideólogos de todo pelaje, forman politicastros que son voceros de sus intereses.
El primer enemigo identificable de los pueblos: la banca, los bancos, el capital financiero internacional. Los bancos con sus préstamos usurario.
¿Quieren funcionar los bancos? ¡Perfecto!, entonces los préstamos que sirvan nada más, los intereses de los préstamos, para que la maquinaria funcione. Si con el 2% no puede usted funcionar, cierre, están haciendo préstamos ficticios y siendo ellos mismos factores de inflación con un encaje que ya ha llegado al 20 o al 15%. Hacen préstamos como si tuvieran capitales que responden por el 80% o el 90%. Ellos mismos son factores de inflación. Pero, claro, con los intereses que cobran. Y los señores. Y los señores son reasegurados por el Banco Central, y el Banco Central a su vez, no tiene ni cinco, y es todo un sistema de bicicleta financiera, donde en definitiva la plata sale. Y los dictámenes del Fondo son para que se lleve una política dentro de ese país que beneficie a la banca. Eso es todo. Así que el gran Satán de la política actual, si lo hubiera, sería la banca. Ese es el tema, los bancos y el capital financiero, que se refleja en todas las actividades sociales. ¡Así que si vuelan los bancos, enhorabuena!
Controlan los medios de difusión, controlan los partidos, controlan al empresariado, controlan todo.
Creo que es muy importante que esté caracterizado el enemigo. ¡Quién es, dónde está, que cosa es! ¿Cuál es con precisión el enemigo, cuál es con precisión? Los bancos y la banca internacional. Ese es claramente el enemigo en este momento histórico.
Pero yo no estoy hablando de entidades abstractas como el imperialismo, yo estoy hablando de ese banco que tiene tres pisos, tantos empleados y tal domicilio. Es una cosa muy diferente en cuanto a lo perceptual se refiere. Ese es un enemigo muy preciso. Está con el revólver gatillando, esperando que entre la gente. A veces entran otros con el gatillo y les llevan la plata a ellos. (risas) Pero ellos en general están con el martillo levantado esperando que vengan otros. Son espectaculares los señores.
Los bancos, no una cosa abstracta. Esos bancos hay que ver cómo crecen. Disminuyen las economías en todos lados, se jode todo y ellos abren nuevas sucursales. ¿Cómo es este fenómeno extraordinario? ¿Cómo es esta maravilla? Como los hongos que son saprófitos, se alimentan de sustancias cadavéricas. ¿Cómo puede ser que la economía disminuya y los bancos crezcan? ¿Cómo es este milagro extraordinario? Y el pueblo se sigue empobreciendo y los bancos son pujantes, pero, ¿Qué es ésto? ¡Oye, ésto es como para conversarlo! Eso es una maravilla que todo el mundo ve.
Cualquier manoteo político que involucre al Estado y demás no puede sin tener en cuenta al primer enemigo para el desarrollo que son: ¡los bancos! Y por supuesto la gran banca internacional que es donde se va concentrando el capital ¡del mundo! Lo que pasa es que no se ha llegado al capital financiero monopólico internacional y hay dos o tres cabezotas que luchan entre ellas a ver quién tiene el predominio. Pero se va en esa dirección. Se va en esa dirección.

1989 - Para transformarse, un individuo debe estar en condición inestable susceptible al cambio


Los procesos evolutivos no se desarrollan en línea recta ni con tiempo o aceleraciones constantes, sino acumulativamente, produciendo superaciones en forma gradual, pero siempre llega un momento en que la acumulación de nuevos elementos produce un desequilibrio que provoca la ruptura del momento anterior, lo que abre la posibilidad de un salto de cualidad con respecto a momentos anteriores.
Estamos diciendo que el progreso y el avance se producen en base a crisis periódicas y esas crisis son proporcionales al posible cambio. A mayor crisis, más profundo, global e interesante puede ser el cambio, si dicha crisis no llega a sobrepasar nuestra capacidad de respuesta.
Considerado globalmente, el sistema en que nos ha tocado vivir tiene muchísimos elementos que es indispensable sean cambiados desde su raíz más profunda, ahí, en su metodología violenta e inhumana.
Este sistema es producto de la acumulación de la historia social, con todas las ventajas y desventajas que eso implica, y nosotros tenemos el derecho a pedir el cambio inmediato de todo aquello que no vaya a favor de la vida; y esa posibilidad existe gracias a la crisis.
Depende entonces de nosotros, la respuesta que demos ante esa situación de necesidad y el que la transformemos radicalmente, aprovechando la oportunidad y el derecho que nosotros ahora tenemos, pero que otros, las generaciones venideras, también juzgarán.
Es claro que una crisis nos abre las puertas de un posible cambio de dirección, ya que es entonces cuando surge la reflexión humilde en reemplazo de la lejana soberbia.
Es en situaciones de crisis en que nos acordamos más fácilmente de Dios o de nuestro Guía Interno y nos prometemos afanosamente correcciones de rumbo.
Para transformarse, un individuo debe estar en condición inestable susceptible al cambio.
Nuestro problema es la proporción entre la crisis y la habilidad de transformarla en útil para el ser humano, y es en ese sentido en que se dan nuestras propuestas de fondo.
Desde otro punto de vista, tenemos que admitir que en principio el desorden no nos gusta, pero hagamos memoria y veremos que también las mejores situaciones conllevan crisis que normalmente las acompañan. El dar a luz es una crisis que nos da la posibilidad de un hijo, un examen de grado es una crisis que nos da la posibilidad de un título universitario.
Pero en todos esos casos hemos necesitado un esfuerzo para aprovechar positivamente la situación.
Por tanto, reconociendo la gravedad del momento, quitemos esa connotación trágica a las crisis y veámoslas como las grandes oportunidades de crecimiento y transformación de un ser vivo, ya sea este un individuo o una sociedad.

1986 - LA METODOLOGÍA DE DOMINIO SICOLÓGICO


Bueno, usted es un revolucionario, está en contra del Sistema y demás, claro... Y bueno, su Edipo no está suficientemente..., vamos a trabajar para que su Edipo se solucione, entonces usted ahora no va a ser un revolucionario.

Afortunadamente esas técnicas son muy primarias, y no funcionan, porque si funcionaran sería un lío. Si las técnicas de los sicólogos funcionaran, afortunadamente no funcionan. Es decir, no recuperan a los dementes, no y claro, no apagan tampoco los ímpetus en contra del Sistema. Claro, es la transformación del cura ¿no?, la transformación del cura. El cura siempre al lado, ¿no es cierto?, acompañando al otro, al del garrote, y ahí van. Entonces, si hace desmanes le tiramos la policía; y si no hace desmanes pero piensa raro, le mandamos a la policía del espíritu; y acá todo es policía. Así que entre una y otra, se ha ido controlando la cosa. Ahora hay otro tipo de policía, pero mucho más ineficaz. Es más ineficaz la caterva de sicólogos, es más ineficaz que la caterva de curas. Claro, peligrosísima fue en su momento.

En un mundo feliz, con otra metodología, mucha gente debe convertirse, debe convertir sus fuegos juveniles, ¡bahh!, en la juventud todos hemos sido revolucionarios ¡eh!, el que no ha sido revolucionario cuando era joven no... Un buen ejecutivo, cuando joven, tiene que haber sido revolucionario. Hoy ya todo es comprensivo, todo es persuasivo, todo es amable, mientras no sea necesario sacar la policía porque son muchos. Mientras son pocos, y son individuales y están fragmentados, todo va mejor con Coca Cola. ¿Ustedes creen que aquellas épocas oscuras y lejanas, éstas que hoy critican los bien pensantes y los ejecutivos que están en el...? ¿Ustedes creen que aquellas épocas antiguas, pesadas, oscuras, ustedes creen que en esas épocas el dominio sicológico era muy diferente a éste? No, era diferente la metodología del dominio sicológico.

1986 - ¿EN QUÉ CONDICIONES SE VIVE?


La caída en cuenta de la situación en que se vive como fuente de origen de la problemática personal que aquellos lo llevan por la vía terapéutica para adaptarlos adecuadamente al Sistema, y que para nosotros, todo lo contrario, debe servir como un factor más de esclarecimiento, para no adaptar a ningún Sistema.

¿De qué revolución hablamos?


En carta anterior fijamos posiciones sobre las cuestiones del trabajo frente al gran capital, de la democracia real frente a la formal, de la descentralización frente a la centralización, de la antidiscriminación frente a la discriminación, de la libertad frente a la opresión. Si en el momento actual el capital se va transfiriendo gradualmente a la banca, si la banca se va adueñando de las empresas, los países, las regiones y el mundo, la revolución implica la apropiación de la banca de tal manera que ésta cumpla con prestar su servicio sin percibir a cambio intereses que de por sí, son usurarios. Si en la constitución de una empresa el capital percibe ganancias y el trabajador salario o sueldo, si en la empresa la gestión y decisión están en manos del capital, la revolución implica que la ganancia se reinvierta, se diversifique o se utilice en la creación de nuevas fuentes de trabajo y que la gestión y decisión sean compartidas por el trabajo y el capital. Si las regiones o provincias de un país están atadas a la decisión central, la revolución implica la desestructuración de ese poder de manera que las entidades regionales conformen una república federativa y que el poder de esas regiones sea igualmente descentralizado a favor de la base comunal desde donde habrá de partir toda representatividad electoral. Si la salud y la educación son tratadas de modo desigual para los habitantes de un país, la revolución implica educación y salud gratuita para todos, porque en definitiva esos son los dos valores máximos de la revolución y ellos deberán reemplazar el paradigma de la sociedad actual dado por la riqueza y el poder. Poniendo todo en función de la salud y la educación, los complejísimos problemas económicos y tecnológicos de la sociedad actual tendrán el enmarque correcto para su tratamiento. Nos parece que procediendo de modo inverso no se llegará a conformar una sociedad con posibilidades evolutivas. El gran argumento del capitalismo es poner todo en duda preguntando siempre de dónde saldrán los recursos y cómo aumentará la productividad, dando a entender que los recursos salen de los préstamos bancarios y no del trabajo del pueblo. Por lo demás, ¿de qué sirve la productividad si luego se esfuma de las manos del que produce? Nada extraordinario nos dice el modelo que ha funcionado por algunas décadas en ciertas partes del mundo y que hoy comienza a desarticularse. Que la salud y la educación de esos países aumenta maravillosamente, es algo que está por verse a la luz del crecimiento de las plagas no solo físicas sino psicosociales. Si es parte de la educación la creación de un ser humano autoritario, violento y xenófobo, si es parte de su progreso sanitario el aumento del alcoholismo, la drogadicción y el suicidio, entonces de nada vale tal modelo. Seguiremos admirando los centros de educación organizados, los hospitales bien equipados y trataremos además de que estén al servicio del pueblo sin distinciones. En cuanto al contenido y significado de la salud y de la educación hay demasiado para discutir con el sistema actual.

Hablamos de una revolución social que cambie drásticamente las condiciones de vida del pueblo, de una revolución política que modifique la estructura del poder y, en definitiva, de una revolución humana que cree sus propios paradigmas en reemplazo de los decadentes valores actuales. La revolución social a que apunta el Humanismo pasa por la toma del poder político para realizar las transformaciones del caso, pero la toma de ese poder no es un objetivo en sí. Por lo demás, la violencia no es un componente esencial de esa revolución. ¿De qué valdría la repugnante práctica de la ejecución y la cárcel para el enemigo? ¿Cuál sería la diferencia con los opresores de siempre? La revolución de la India anticolonialista se produjo por presión popular y no por violencia. Fue una revolución inconclusa determinada por la cortedad de su ideario, pero al mismo tiempo mostró una nueva metodología de acción y de lucha. La revolución contra la monarquía iraní se desató por presión popular, ni siquiera por la toma de los centros de poder político ya que éstos se fueron “vaciando”, desestructurando, hasta dejar de funcionar... luego la intolerancia arruinó todo. Y así, es posible la revolución por distintos medios incluido el triunfo electoral, pero la transformación drástica de las estructuras es algo que en todos los casos debe ponerse en marcha de inmediato, comenzando por el establecimiento de un nuevo orden jurídico que, entre otros tópicos, muestre claramente las nuevas relaciones sociales de producción, que impida toda arbitrariedad y que regule el funcionamiento de aquellas estructuras del pasado aún aptas para ser mejoradas.

Las revoluciones que hoy agonizan o las nuevas que se están gestando no llegarán más allá de lo testimonial dentro de un orden estancado, no llegarán más allá del tumulto organizado, si no avanzan en la dirección propuesta por el Humanismo, es decir: en dirección a un sistema de relaciones sociales cuyo valor central sea el ser humano y no cualquier otro como pudiera ser la “producción”, “la sociedad socialista”, etc. Pero poner al ser humano como valor central implica una idea totalmente diferente de lo que hoy se entiende, precisamente, por “ser-humano”. Los esquemas de comprensión actuales están todavía muy alejados de la idea y de la sensibilidad necesarias para aprehender la realidad de lo humano. Sin embargo, y es necesario aclararlo, también comienza a dibujarse una cierta recuperación de la inteligencia crítica fuera de los moldes aceptados por la ingeniosidad superficial de la época. En G. Petrovic, para mencionar un caso, encontramos una concepción precursora de lo que hemos venido exponiendo. El define a la revolución como “la creación de un modo de ser esencialmente distinto, diferente de todo ser no humano, anti-humano y aún no completamente humano”. Petrovic termina identificando la revolución con la más alta forma de ser, como ser en plenitud y como Ser-en-libertad (tesis sobre “la necesidad de un concepto de revolución”, 1977, La Filosofía y las Ciencias Sociales, congreso de Morelia de 1975).

No se detendrá la marea revolucionaria que está en marcha como expresión de la desesperación de las mayorías oprimidas. Pero aún esto no será suficiente ya que la dirección adecuada de ese proceso no ocurrirá por la sola mecánica de la “práctica social”. Salir del campo de la necesidad al campo de la libertad por medio de la revolución es el imperativo de ésta época en la que el ser humano ha quedado clausurado. Las futuras revoluciones, si es que irán más allá de los cuartelazos, los golpes palaciegos, las reivindicaciones de clase, o de etnia, o de religión, tendrán que asumir un carácter transformador incluyente sobre la base de la esencialidad humana. De ahí que más allá de los cambios que produzcan en las situaciones concretas de los países, su carácter será universalista y su objetivo mundializador. Por consiguiente, cuando hablamos de “revolución mundial” comprendemos que cualquier revolución humanista, o que se transforme en humanista, aunque sea realizada en una situación restringida llevará el carácter y el objetivo que la arrojará más allá de sí misma. Y esa revolución, por insignificante que sea el lugar en que se produzca, comprometerá la esencialidad de todo ser humano. La revolución mundial no puede ser planteada en términos de éxito sino en su real dimensión humanizadora. Por lo demás, el nuevo tipo de revolucionario que corresponde a este nuevo tipo de revolución deviene, por esencia y por actividad, en humanizador del mundo.

SILO

Séptima Carta a mis Amigos