sábado, 19 de febrero de 2011

1981 - ¿Para qué cosa sirve y es necesario cambiar la dirección de la propia vida?


Para lograr la reconciliación, la paz y la alegría de vivir. Uno se debe reconciliar con su propio pasado y con su medio inmediato. Y si no se hace ésto, la vida no cambiará. Aquí surje un problema como ya nos ocurrió en otro acto público en Europa. En esa ocasión se me acercó una señora y dijo:

- Cómo me pide que me reconcilie con una persona que arruinó mi vida?. He pasado treinta años recordando aquello y qué sentido tendría ahora reconciliarme?.

Entonces le pregunté: -- Cómo han sido para Ud. estos treinta años de resentimiento?.

- Tristes y terribles-, me respondió.

- Entonces, prefiere vivir otros treinta años así, o cambiar de dirección?.

Hay dos condiciones para hacer un cambio positivo en la vida: trabajar para superar el sufrimiento en los otros y reconciliarse consigo mismo y con el medio inmediato. Estas dos ideas básicas pueden transformar el medio en cuanto se lleven a la práctica organizadamente.

Hoy nosotros decimos: deja por primera vez de buscar culpables. Ojalá se pueda declarar que no hay culpables y se establezca para todo ser humano la responsabilidad de reconciliarse con su propio pasado.

Esto empezará aquí y ahora, en tí y en mí, y seremos responsables de que esto continúe con aquellos que nos rodean, hasta llegar al último rincón de la Tierra.

Si la dirección de tu vida no ha cambiado todavía necesitas hacerlo, pero si ya cambió necesitas fortalecerla.

Para que todo esto sea posible, acompáñame en un acto libre, valiente y profundo que sea además un compromiso:

Pongámonos en pié y frente a nuestro futuro, preguntemos:

Es necesario para mí y para otros que cambie la dirección de mi vida? Entonces, en silencio, escuchemos la respuesta de nuestra voz interna...

Es necesario para mí y para otros que cambie o se fortalezca la dirección de mi vida?

Quiero cambiar o fortalecer la dirección de mi vida?.

Tengo fe en que cambiará o se fortalecerá la dirección de mi vida?.

Entonces, que brote en mi la fuerza y la luz de mi vida.

Hoy y no mañana busca la reconciliación. Saluda a tu padre y a tu madre, a tu marido o tu mujer, a tu hijo, a tu amigo y tu enemigo, y díles con el corazón abierto: "Algo grande y nuevo ha pasado hoy en mi", y explícales lo que pasó a fín de que ellos también puedan llevar este mensaje.

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