La pregunta es no sólo ¿qué hacer?, sino ¿qué quiero hacer? Eso es lo que habrá que resolver en las cabecitas de cada cual, porque si estas son épocas de confrontación, habrá que ver las gentes hasta qué punto están dispuestas a esta confrontación. ¿Confrontación contra qué, contra facciones dentro de los países? Esclarecimiento, en el sentido de que los enemigos no están dentro de los países, sino fuera de los países y que los tontos de un bando o de otro bando, que no han elegido, que los han metido en eso, funcionan como marionetas al servicio de los intereses extranacionales y extracontinentales. Gentes que creen que están en bandos porque lo han elegido seriamente, ¡qué van a elegir si...! Pero no, pero luego muestran mística y demás. Sí, luego se muestra lo que quieras, pero se fabrica de otro modo. Interesante eso.
De manera que así están las cosas, a merced de quienes mueven los hilos. Y en estos países, la gente, ¿quiére mover los hilos o quiere que les den alguna cosita para poder subsistir? ¿Qué quieren hacer? ¿Y qué quiere uno? Ese es el tema. ¿Quiére uno una vida pasable, que se corta en cualquier momento y que termina con unos tubos, en un hospital, como la mierda?, ¿o bien atropellado por un auto, o bien con una pequeña burbuja de aire en el cerebro? ¿Quiére uno una vida de aceptaciones hasta que ocurra ese desenlace interesante? Que termina con la vida humana, claro, una burbuja de aire termina con la vida humana. ¿Quiére uno una vida así, que termine con ese desenlace sin sentido, hasta que la burbuja disponga acerca del destino de uno? ¿Quiére uno una vida con sentido, que tenga dirección? ¿Qué quiero?
Aquello que es bueno para uno, si es realmente bueno, es bueno para los demás. Aquello que es bueno para los demás, si es realmente bueno, es bueno para uno. No es con el hambre, la pobreza, el sufrimiento del pueblo, la dependencia, la postración, la humillación. No es bueno para el pueblo y no es bueno para uno. Tiene sentido luchar, tiene sentido luchar a favor de la liberación del sufrimiento de la gente y de uno, tiene sentido y no tiene sentido la lucha por un progreso que termina con unos tubos en un hospital, o con una burbuja, depende dónde ponga uno el sentido de la vida. Y en coyunturas como esta, esa pregunta se hace muy relevante.
Y si me dice, ¿cuál método es el bueno? Yo diría: cualquier método es bueno en situaciones de absoluta anormalidad como las actuales. Hay métodos, dirán ustedes que ya mismo implican consecuencia que son nefastas. Si, eso es cierto, pero sabemos de qué métodos estamos hablando. Nosotros creemos que no es necesaria la violencia, porque sobre todo beneficia a otros intereses, no es buena la violencia y no porque seamos buenos chicos que tenemos que dar explicaciones a los demás diciéndoles: no se metan con nosotros, nosotros somos no violentos. No señores, nuestro planteo no es frente a lo establecido, frente al poder político y al poder económico. Nuestro planteo no es: no se metan con nosotros que somos buenos chicos porque predicamos la no violencia. No, no es así nuestro planteo. Nuestra no violencia funciona de otro modo. Somos no violento al revés de lo que usted imagina, no porque seamos buenos chicos. Somos no violentos porque nos repugna la violencia con que usted maneja el sistema y como no queremos ser cerdos como usted, por eso es que somos no violentos, pongámonos de acuerdo. No somos no violentos porque, ¡ay, qué horror, no sea que nos vayan a dar un palo si decimos otra cosa! No, no, es porque nos parece abominable el funcionamiento de la violencia. La violencia, para nosotros no es el caso físico que tantas veces hemos analizado. La violencia, para nosotros, es la esencia misma del sistema. El sistema está montado en las estructuras de violencia. ¿Cómo podríamos ser nosotros violentos si es la esencia misma del sistema? Cuando hablamos de la violencia del sistema entendemos especialmente la violencia económica, la manipulación y la violencia que se ejerce desde los medios de difusión, a la división de los pueblos dentro de sí mismos, a la violencia racial, a la violencia religiosa y a todas esas otras formas que hemos estudiado en tantas oportunidades y no al caso puntual de la violencia física. Somos no violentos porque recusamos precisamente a la violencia del sistema, que por esencia es violento. Por eso es que somos no violentos y no por otro tipo de moralinas, y de bondades entre comillas, metafísicas, y de evitar que se vayan a meter con nosotros. No es por eso. La violencia que se ejerce en todas partes del mundo, y particularmente en América Latina está llegando a límites francamente intolerables. ¿Cómo podríamos ser violentos! Ese es el sistema, y la van a ejercer unos y otros, y las poblaciones van a estar sometidas, las grandes poblaciones a lo que decidan unos y otros. Cuatro tipos de un bando y de otro bando van a decidir lo que hagan las grandes poblaciones. Como ven, siempre es un lío de cúpulas. Unos y otros.
Así que, ¿qué hacer? es una pregunta. Pero mucho más interesante es ¿qué quiero yo hacer? Y si yo quiero cambiar la cosa, debo darme cuenta de que la confrontación va a ser descomunal. Hay que estudiar esos temas: va a ver una confrontación que va a ser de lo último. Las guerras civiles, por ejemplo, no son guerras entre civiles, como la gente se imagina, son guerras de militares, es decir se levanta un sector del ejército de un país y en otros sectores del país se levanta otra parte del ejército y esos dos bandos en pugna del ejército reclutan a las poblaciones que están bajo su control y se producen los encontronazos, eso son las guerras civiles.
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