Rama se había interrumpido para reconsiderar sus palabras. Luego continuó: “Visto todo lo anterior, pero desde el ángulo de la Tradición, la leyenda es ésta: el Creador hizo al hombre a imagen suya, pero lo dejó sin terminar a fin que se desarrollara armónicamente, de acuerdo al proceso de la naturaleza sobre la cual lo había colocado para dirigirla.
“Por otra parte, hasta tanto no poblara todo el planeta y no formara una red de comunicaciones entre todos los rincones del mundo, no podría desplegar otro nivel de conciencia. Si lograba que su especie como delicado tejido cubriera toda la Tierra, podría decirse que ésta había alcanzado su conciencia y estaba en condiciones de expandir la vida hacia otros puntos del sistema solar.
“Como todo proceso, actuaron aquí tres fuerzas desde el comienzo: la diferenciadora, la complementadora y la sintetizadora.
“Tratándose de una secuencia evolutiva, cada nueva síntesis se ampliaba con respecto a la que la precedía y llegada a su punto máximo, comenzaba un nuevo proceso de diferenciación hasta desgastar la tríada, reemplazándo los elementos viejos por los nuevos que se habían gestado en su interior.
“Mientras las culturas y las civilizaciones caían una tras otra, los elementos más desarrollados de un nivel, creaban las condiciones para el surgimiento de un nivel posterior.
“Las culturas aisladas de los comienzos, fueron complementándose entre sí gracias a los contactos que se establecían entre ellas, por el intercambio económico, por el desarrollo de sus comunicaciones, por la confrontación de sus políticas, de su arte y de su religión.
“El fenómeno fue ampliándose de tríada en tríada en tríada, semejando una espiral ascendente, en la cual cada vuelta tenía mayor diámetro que su anterior.
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