viernes, 5 de agosto de 2011

1973 - La mecánica total de la conciencia busca completarse en un objeto definitivo


El núcleo de ensuefio no es una forma o imagen representada, sino precisamente toda la estructura mental trabajando en compensación estructuradora frente a la masa de estimulos, con su tono característico en cada ser humano.
Cuando la conciencia completa su acto de búsqueda, da con el núcleo y éste aparece como forma, como imágen, quedando eliminada la angustia que provoca ese formidable acicate del núcleo de ensueflo.
Pero cuando el núcleo queda formalizado, cuando el acto se ha completado, una nueva búsqueda comienza a desarrollarse.
Los "arquetipos" que mencionan algunas corrientes sicológicas no son sino esos núcleos de ensueño ya completados como forma y por tanto, superados por la conciencia en marcha.
¡Curiosa paradoja!, los arquetipos dejan de actuar cuando son formalizados como tales, mientras que antes de dar con ellos no son arquetipos sino imágenes o formas que no satisfacen del todo; formas difusas, no completadas totalmente.
Proyectando estas ideas a un ámbito mayor, se comprenderá cómo la mecánica total de la conciencia busca completarse en un objeto definitivo... allí surgen las diversas formas de la inmortalidad, que jamás se cumplen, porque la conciencia no puede ser completada totalmente en transcurrir. La inmortalidad está fuera del tiempo, es Ia forma de la compensación estructuradora total.
No basta entonces, con inferir ingenuamente que la búsqueda de la inmortalidad sea una fuga de la realidad cotidiana. La busqueda de la inmortalidad está en la estructura dinámica de la conciencia que en su proceso y en su historia, va completando sus pasos con dioses provisorios, con angustiosos arquetipos que se derrumban de edad en edad.
En numerosas leyendas se busca el "don" de Ia felicidad, se transita por desiertos, cavernas, montañas y mares; se consulta a sabios y a magos, se lucha contra fuerzas y monstruos, para dar con ese imponderable que tiene el sabor de recuerdo, el mismo recuerdo de un Paraíso perdido, el mismo sabor de extrañamiento y pena, que se desliza en el corazón de los hombres grandes, semidioses caídos de su patria oscuramente recordada.
He ahí en proyección la estructura del acto en busca de su objeto, propia del mecanismo de evocación, pero lanzada hacia el futuro. No es extraño encontrar entonces en muchas teorías de futuro ultramundano, la idea del recuerdo, del reencuentro con el pasado o de la línea que originándose en un punto, regresa a él, transitando hacia el futuro, describiendo un círculo.

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