domingo, 28 de agosto de 2011

EL FUTURO, LA MUERTE Y LA TRASCENDENCIA



La mente humana no puede vivir sin futuro. Y si en el futuro está la muerte y la nada, la mente humana tiene problemas, no puede funcionar si su visión del futuro termina con la muerte, la situación que sufre el ser humano frente a la posibilidad de la muerte altera su conciencia, altera su conciencia y desacomoda su situación en el mundo. El ser humano no puede vivir con una conciencia equilibrada en la medida en que no resuelva que va a pasar en su futuro. ¿Se va a acabar todo con la muerte?, se va a acabar entonces el futuro, si tengo el futuro cerrado tengo problemas en mi conciencia y en el momento actual, ese es el punto, tengo problemas en el momento actual. Todavía no me muero, pero tengo problemas hoy aunque no me haya muerto, porque adelante está el corte del futuro, es muy curioso eso... cómo están jugando los tiempos en la conciencia.
Entonces mientras no resuelva que pasa en mi futuro voy a tener problemas. Yo puedo negarlo, puedo olvidarme del problema de la muerte, claro que puedo olvidarme, y por supuesto que las cosas que voy haciendo también las hago un poco como un olvido de la muerte, todo lo que hago lo hago en gran medida para olvidarme del problema de la muerte. No se por cuanto tiempo logro olvidarme del problema de la muerte porque hoy muere un ser querido, y eso es evidente, y mañana otro y pasado otro, y luego aquél que era compañero mío cuando éramos chicos, y cada día se hace más evidente el problema de la muerte a medida que avanzo en edad.
Las gentes muy joven, parece que ha olvidado totalmente el problema de la muerte, y no se trata de mortificar a la gente persiguiéndola con el problema de la muerte (risas), se trata todo lo contrario, se trata de provocar una apertura de tal manera que eso no sea problema, de eso se trata. Pero, ¿cómo no va ser problema la muerte?, bueno, depende como se ubique usted frente a eso, nosotros decimos que hay por lo menos cinco posturas frente al problema de la muerte y frente a las posibilidades de trascendencia, frente a la posibilidad de que la conciencia tenga un futuro.
Bueno hay gente que no cree absolutamente en la trascendencia y cierra la posibilidad de su futuro, está bien, es una posibilidad. Hay otros que piensan que el tema es interesante pero no los afecta mayormente y en realidad consideran que..., que puede ser o puede no ser. Hay otros que quisieran estar seguros de que luego de la muerte hay posibilidades, quisieran tener una fe y dicen: "ah, si yo tuviera fe, que interesante, como cambiaría mi vida", pero claro, no lo sienten.
Hay un cuarto tipo de persona que, simplemente tiene fe, no se hace mayores problemas, desde pequeña le han explicado, le han enseñado cosas... entonces dice: "bueno si yo cuando me muera me voy al cielo", o algo por el estilo, está bien. Y hay un quinto tipo de persona que no tiene fe, sino que está segura, tiene experiencias de algún tipo, tiene constancia de cosas y es tan evidente eso como si mirara la luz, como si mirara un cara o si viera un reflejo de una cosa en la pared, le es evidente y no se trata de que tome los datos que le han enseñado como una realidad, no se trata de que crea porque le han dicho, sino que se trata de que lo experimenta con realidad porque tiene un registro de eso.


No pretendemos que haya una posición mejor que otra, no, pero decimos que hay esas cinco posiciones, cada uno puede ubicarse en alguna de estas posiciones, o todas estas, pero algo más, las cosas no son tan estáticas, por ejemplo, hay días que yo creo que hay una cosa después de la muerte, pero hay días que no creo nada de eso, (risas), resulta que yo mismo también cambio de postura frente a este punto, es más, cuando yo era joven y participaba de cierta religión y demás, yo creía firmemente en la trascendencia por ejemplo, y ahora no creo nada de eso, y dentro de dos años probablemente voy a seguir sin creer en eso pero voy a pensar "qué bueno sería creer en eso". Comprenden ustedes la movilidad que tiene esto de las posturas frente a la muerte, la trascendencia y todo aquello. Es muy móvil, no es una cosa tan firme.
Para complicar más el esquema sucede que, no hay solo cinco posturas frente a la muerte, la trascendencia, no solo eso, sino que hay distintos grados de profundidad en cada postura. Por ejemplo, una persona nos acompaña por la calle, vamos caminando y hablando, es de noche, vamos pasando cerca de un cementerio, esta persona nos está explicando que ella es escéptica y que no cree en nada que tenga que ver con la trascendencia... Le pedimos que nos espere un poco ahí, porque tenemos que hacer unas cosas, que vamos a venir después a buscarla, y vemos que, se viene rápido al lado nuestro y nos cuenta que él tiene problemas de noche con los cementerios, (risas), y nosotros le decimos, "pero cómo no es que... es escéptico, racionalista, materialista, y bueno, y acá no hay entidades raras que te puedan atacar, o te puedan crear problemas", y nos dicen, "yo no creo ni en el espíritu, ni en el alma, ni en la trascendencia, ni en los muertos que viven, ni en los vivos que mueren, (risas), y sin embargo, esto me crea problemas. ¿Cómo es?, ¿cómo es posible que esa persona que dice eso, sienta otra cosa? Puede ser que cada posición frente a la trascendencia y a la muerte y demás, admita distintos grados de profundidad, puede ser que ese señor sea ateo, pero ateo de primer grado, que tenga una fe débil en el ateísmo, no es un ateo sólido, es suave, un aficionado, no es un profesional. (risas).
Pero claro, hay distintos grados en estas posiciones, uno puede ser un ateo dudoso, y puede ser un ateo más convencido y más convencido y por último uno puede tener una fe definitiva en el sentido de que nada pasa después de la muerte, es así. Tomamos la otra postura, la postura de aquel que considera esa posibilidad intelectual y, en primer grado o en un grado mayor de profundidad o en un grado mayor, y si es una grado mayor de profundidad, esa búsqueda se convierte en investigación, en lectura, y lo mismo sucederá con aquel que quiere tener fe, y cuando algo le ha salido mal en sus negocios, se va con nosotros a un bar, se sienta y nos dice: "yo quisiera tener fe", muy bien, ¿en qué grado de profundidad quisiera tener fe?, eso lo dice en este momento porque le salió mal un negocio, por ejemplo, pero podría ser que efectivamente hiciera todo lo posible por lograr despertar en él, un sentimiento profundo de tal modo que se convirtiera en una convicción, ¿se entiende esto?, hay distintos grados también de "querer creer", y hay distintos grados de "creer", y hay distintos grados de experiencia y de certeza sobre este asunto de la trascendencia.
Bien, ¿pero y eso qué tiene que ver con nosotros?, tiene que ver mucho con nosotros porque, claro, generalmente la gente lo que pide..., bueno, finalmente, ¿como se resuelve esto de la trascendencia?, no vayamos tan lejos, es mucho más interesante saber como está ubicado uno, para uno.
Si yo ahora pienso en esto, yo me digo: ¡no creo nada en este asunto de la trascendencia!, muy bien, ¿en qué grado?, ¿con qué profundidad? O bien yo me digo: sí, la trascendencia..., ¿en qué grado?, ¿con qué profundidad?, no basta con ubicarse en una de esas posturas, sino que es interesante además investigarse a sí mismo y ver, en qué grado y en qué profundidad estoy en cualquiera de esas posturas. Miren, según uno se ubique en este problema, así es la vida de uno. Si ustedes miran hacia atrás y recuerdan otra etapa de su vida, fíjense todo lo que hacían y fíjense también como se ubicaban frente a esto, y van a ver que homogéneo resulta, que parece, van a ver cómo cuando no creían en absoluto en la trascendencia y todo era un absurdo y una contradicción y demás, ya van a ver que absurda y que contradictoria era la vida de ustedes, ya van a ver cuando ustedes creían o tenían una fe, que les despertaba en un determinado esfuerzo, ya van a ver que energía tenían y como todo se ordenaba y como los problemas que tenían, casi no los tocaban ustedes porque estaban cubiertos como con una coraza que los defendía frente a las dificultades de la vida diaria, porque podían asimilar los golpes y podían considerarlos como una enseñanza, como una prueba, ¿si?
Bastará con ubicarse en épocas pasadas y ver que sentían en esas épocas respecto a este asunto de la trascendencia, bastará ubicarse en el momento actual y decir: bueno, finalmente yo qué, ¿cómo me ubico?, ¿qué pasa, me muero, y?, ¿cómo es esto?, ¿qué sentido hay en mi vida? Yo tengo muchos sentidos, sentidos provisorios, y claro, tengo este, el otro, el otro, el otro... ¿pero qué sentido definitivo y final tengo?
Parece que si no hay un sentido definitivo y final, tengo un sentido pequeño que me tironea para allá, otro para allá, estos dos se oponen, me crean problemas hasta de elección, por un lado quiero una cosa, por otro lado quiero otra cosa, esas cosas se oponen y me crean problemas. Si no tengo un sentido definitivo estoy dividido, puedo querer dos cosas que se oponen, eso que parece una excepción es lo más normal, es lo más frecuente, normalmente quiero dos cosas que se oponen, es raro esto, pero humano. No hay posibilidad de que se combinen esas cosas, esos sentidos provisorios sin un sentido definitivo alguno.
¿En qué situación estoy frente al problema de la trascendencia y frente al problema de un sentido inmóvil?, no de estos sentidos contradictorios... Es una buena investigación sobre todo esto, es un buen examen de conciencia, es algo que ayuda enormemente a clarificarse uno y es algo que ayuda mucho a orientar la propia vida. La investigación no es difícil, basta con que yo me pregunte en este momento: ¿qué pienso respecto de la trascendencia?, ¿qué me pasa a mi respecto a la muerte?, para que yo comprenda la situación en que vivo y para que comprenda que me pasa con los sentidos provisorios de la vida.

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