A través del monumento de la plaza de Colón se intuye el universo de imágenes que impulsó al navegante a lo largo de su vida. Sus proyectos fueron, sobre todo, grandes vuelos imaginarios y su acción resultó consecuente con esos arrebatos. Después de todo, hay casos en los que algunos ensueños poco posibles terminan orientando la vida del protagonista y, en el juego de fuerzas históricas, se llegan a convertir en factores decisivos. Algo de esto ocurrió con algunos proyectos de Cristóbal Colón.
El mismo desechó varios planes por irrealizables y otros errados en la concepción básica terminaron, sin embargo, acertando en el blanco.
Ahora se llega al punto de comprender por qué se ha producido una separación, se diría que un choque, entre la estatua de Colón y el Monumento al Descubrimiento. Todo lo que aparece como sorprendente y contradictorio en la plaza es, en realidad, un fiel reflejo del modo en que se dividió el mundo del soñador con el mundo del hombre de acción.
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