Fragmentos de Meditación Trascendental / 4 conferencias de Silo
He aquí la primera: la religión en general. Nos posterga a un mundo mejor en el futuro y nos cobija piadosamente en un sistema organizado mediante jerarquías, ritual, preceptos, mandamientos, etc. Para los más intelectuales, además del aspecto devocional, está también la Teología. Pero, en la devoción y en la práctica de la oración, está puesta la esperanza en la solución de los conflictos. El buen creyente proyecta su ensueño, lo fetichiza y luego le atribuye el poder de solucionar problemas. La oración refuerza las grabaciones anteriores y así, con el tiempo, la forma mental del creyente se va solidificando. Si estas grabaciones religiosas comienzan a implantarse desde la primera infancia, entonces, los resultados pueden ser tan duraderos que, aunque luego el creyente se desilusione del culto y de esa religión en particular, su forma mental queda moldeada por las experiencias anteriores. Podremos tener luego al racionalista, al cientificista o al ateo, pero manejándose con los mismos presupuestos morales y los mismos tabúes que el practicante común. Por otra parte, para aquellos que perdieron a su Dios, el vacío consecuente puede generar un dolor tan intenso, que vagarán a lo largo de su existencia buscando adormecer aquel dolor. ¿Y qué es para el creyente ese sentimiento místico de fusión con lo divino, sino sensualidad, sino felicidad artificial y anestesia provisoria?
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