martes, 23 de noviembre de 2010

LA MIRADA INTERNA (9): MANIFESTACIONES DE LA ENERGÍA


IX. MANIFESTACIONES DE LA ENERGIA

El día séptimo:

1. Esta energía en movimiento, podía “independizarse” del cuerpo manteniendo su unidad.

2. Esta energía unida, era una suerte de “doble cuerpo” que correspondía a la representación cenestésica del propio cuerpo en el interior del espacio de representación (de la existencia de este espacio, así como de las representaciones que correspondían a las sensaciones internas del cuerpo, las ciencias que trataban sobre los fenómenos mentales no daban noticia suficiente).

3. La energía des-doblada (es decir: imaginada como “afuera” del cuerpo, o “separada” de su base material), se disolvía como imagen o se representaba correctamente dependiendo de la unidad interna que tuviera quien operaba así.

4. Pude comprobar que la “exteriorización” de esa energía (representación del propio cuerpo como “afuera” del cuerpo), se producía ya desde los niveles más bajos de la mente. En esos casos, sucedía que el atentado contra la unidad más primaria de la vida, provocaba esa respuesta como salvaguardia de lo amenazado. Por ello, en el trance de algunos médiums cuyo nivel de conciencia era bajo y cuya unidad interna estaba en peligro, estas respuestas eran involuntarias y no reconocidas como producidas por ellos mismos, sino atribuidas a otras entidades.

Los “fantasmas” o “espíritus” de algunos pueblos o de algunos adivinos, no eran sino los propios “dobles” las propias representaciones), de aquellas personas que se sentían tomadas por ellos. Como su estado mental estaba oscurecido (en trance), por haber perdido control de la Fuerza, se sentían manejadas por seres extraños, que a veces producían fenómenos notables. Sin duda que muchos “endemoniados” sufrieron tales efectos. Lo decisivo era, entonces, el control de la Fuerza.

Esto variaba por completo tanto mi concepción de la vida corriente como de la vida posterior a la muerte. Mediante estos pensamientos y experiencias, fui perdiendo fe en la muerte y desde entonces no creo en ella, como no creo en el sin-sentido de la vida.

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